Crítica de Música

Fresu y Caine, desde el Barroco a la libertad

Magnífico concierto el ofrecido anoche por Caine y Fresu en una Sala Silvio menos llena -la organización sabrá por qué- de lo que la ocasión merecía. Se trataba de uno de los dos o tres que el Femás dedica cada edición al acercamiento entre la música antigua y otros estilos, en este caso el jazz.

Como era previsible el sardo y el norteamericano no se ciñeron con exactitud al programa previsto, ni importó gran cosa que permutaran, mezclaran y unieran las diversas obras en las que se inspiraron para improvisar, desde standards de jazz de siempre como Cheek to cheek hasta sus equivalentes en la música barroca, como Si dolce è'l tormento; la cercanía del público del Femás hacia estos permitió a oyentes ajenos al jazz familiarizarse de forma natural con la forma de estructurar las improvisaciones de los músicos de jazz, un valor pedadógico del concierto nada desdeñable.

Fresu llevó el peso de las melodías con un fascinante sonido, rico y pleno tanto en el fiscorno como en las diferentes sordinas de trompeta, manteniendo un bello legato y una articulación delicada. Caine llevó las armonías desde las del jazz más mainstream en los standards a las casi puramente barrocas en un Monteverdi un tanto dulzón; el diccionario armónico de los buenos jazzeros es infinito, y en piezas como un encantador Lascia ch'io pianga Caine se deslizó de uno a otro mundo acórdico con naturalidad, conocimiento absoluto y un encantador colorismo. Los efectos de Fresu -ecos electrónicos, percusiones metálicas, incluso paseos entre el público- terminaron de meter a este en el bolsillo de dos grandes instrumentistas a los que parece caberles todo el inabarcable mundo de la música entre sus oídos.

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