Crítica de Teatro

Gran reto artístico y sentimental

Rosario Lara se ha enfrentado al mayor riesgo de su carrera artística. Reconocida actriz, en espera de una industria cultural potente que le otorgue los papeles de la gran dama de teatro que es, se ha abierto en canal para contar una historia autobiográfica en la que reivindica la figura de su hermana Lola, nacida Juan. Se ha rodeado de grandes, desde Manolo Cortés en maquillaje y caracterización, imprescindible para una obra en la que hay que transformar al viril Gregor Acuña-Pohl en una mujer cuyo mayor deseo es ser ama de casa, Carmen de Giles a cargo del vestuario, Isabel Vázquez dirigiendo las coreografías y Carlos Álvarez-Ossorio comandando la dirección, escenografía e iluminación.

Lola en soledad, precioso título que engloba los dos nombres de sus protagonistas y, a su vez, envía un certero mensaje de lo que fue la vida de Lola, es un reto con mayúsculas para Rosario Lara y Gregor Acuña. La primera, porque se desangra contando su propia historia familiar afrontando sin pudor la vida alegre de su hermano tras su paso-huida a Barcelona y Europa. El segundo, porque explora su propia sexualidad para encarnar una mujer en busca de sí misma.

Los dos necesitan asentarse, liberarse de la dirección férrea de Carlos Álvarez-Ossorio que les ha marcado en exceso. Acuña deber decidir si su personaje es mariquita o mujer. Acabará acertando.

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