Crítica de Música

Homenaje hondo y entrañable

Cristina lucio-villegas

Homenaje a Manuel Castillo. Cristina Lucio-Villegas, pianista. Programa: 'Perpetuum Castillo' (obras de Manuel Castillo, Joaquín Turina e Isaac Albéniz). Lugar: Salón de Actos de la Fundación Cajasol. Fecha: Miércoles 4 de noviembre. Asistentes: Unas setenta personas.

En el décimo aniversario de su muerte, no puede decirse que la figura de Manuel Castillo (1930-2005), el gran compositor sevillano de la segunda mitad del siglo XX, esté demasiado presente en la vida musical de la ciudad. De hecho, si se quita un breve período de auge en la primera mitad de los 90, coincidiendo con algunos estrenos propiciados por la Sinfónica de Sevilla y otras instituciones, la obra del maestro apareció siempre de forma demasiado ocasional en los programas de conciertos, y no será por las carencias de un catálogo amplio y variadísimo, que en cualquier caso tuvo siempre en el piano fundamental punto de apoyo.

Aunque nacida hace 33 años en Santander, Cristina Lucio-Villegas es pianista sevillana por familia, residencia y formación. Aquí estudió con J. A. Coso y María Floristán, y luego en Madrid con Ana Guijarro, lazo de unión directo con la obra de Castillo, al que homenajeó con un disco para el sello Iberia que es el que ayer presentó al fin en Sevilla.

Recordar a la pianista joven y prometedora de hace unos años y escucharla ahora en una incipiente y lúcida madurez es una enorme satisfacción para quien suscribe. Con un virtuosismo fuera de toda duda, el recital de Lucio-Villegas se caracterizó por un hondo sentido musical, gracias a un estilizado y flexible manejo del tempo, una sensibilidad exquisita y un sabio empleo del color del instrumento, recurso esencial para profundizar en el legado de un compositor en ensecia ecléctico, pero que pasó por muchas fases en su carrera. La agilidad y claridad que la pianista mostró en la Suite y la Sonatina, con ese andalucismo fino y elegante magníficamente destacado por la pureza del canto, se hizo pura abstracción y virtuosismo en la Ofrenda, para estallar en infinidad de matices en Preludio, Diferencias y Toccata, punto álgido de un homenaje entrañable.

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