Juan Carlos Rubio nos invita desde el programa de mano a que nos abandonemos a la experiencia de Sensible y disfrutemos de su propuesta desde el alma y no desde la razón. Me temo que no he podido secundar su consejo y mi razón ha estado luchando contra mi sistema límbico durante los setenta y cinco minutos en los que la gran Kiti Mánver ha estado desplegando su sabiduría como actriz derrochando inteligencia y sensibilidad dando vida a esta dama de la alta sociedad neoyorquina que vive una verdadera pasión en la que los celos, ese monstruo de ojos verdes, marcan un día que determinará su existencia.

Sensible es una versión de la novela epistolar Veinticuatro horas en la vida de una mujer sensible (1824) de la aristócrata francesa Constance de Salm en la que se describe la violencia y el desgarro que provocan los celos en su protagonista. Rubio la lleva a los años 50 y nos cuenta una relación amorosa entre una mujer madura y un chico de 20 años. Kiti Mánver, soberbia, se enfrenta a un monólogo sincopado por la danza de su partenaire, el bailarín y coreógrafo Chevi Muraday. En la novela original hay 46 cartas que describen profusamente el derrumbe. En Sensible pasamos del amor a la desesperación en quince minutos lo que nos hace difícil empatizar con ella. Artísticamente, Rubio envía demasiados mensajes: danza, música acaparadora, escenario-máquina (caja de música, reloj), y una iluminación espectacular que, perfectas independientemente, acaban pisándose unas a las otras sin que lo logren la sinergia esperada.