Cultura

Isaac Rosa reivindica en su pregón la lectura como "expresión colectiva"

  • El autor toma los cambios que el ciclismo ha traído a la ciudad como metáfora para sugerir "la oportunidad de transformación" de los libros

Isaac Rosa (Sevilla, 1974) reivindicó ayer en su conferencia inaugural de la Feria del Libro la lectura no tanto como refugio y espejo en el que el hombre puede entenderse en la intimidad del reflejo que halle en las páginas, sino "como expresión colectiva" que genere comunidad y debate, como un acto ciudadano y político. Desde el principio de su intervención, titulada Leer(nos) en las plazas, el autor tomó el ciclismo como metáfora de cómo los habitantes pueden transformar el entorno y reapropiarse de ese espacio público.

El autor de El vano ayer o la más reciente La habitación oscura recurrió a esa imagen cansado de los tópicos en los que se reincide cada año por estas fechas, cuando se habla de que los libros salen a la calle, toman la ciudad, ocupan la plaza. "Si lo decimos", comentó, "es porque es algo excepcional. Porque pasa una vez al año. Porque el resto del año los libros no salen a la calle, ni los autores ni los lectores tomamos la ciudad, ni los editores ni los libreros ocupan la plaza", observó. Esa celebración de la literatura entendida como algo excepcional llevó al escritor a recordar cuando, hace no mucho, una fiesta de la bicicleta propiciaba las mismas expresiones gastadas: esos vehículos salían a la calle, tomaban la ciudad, ocupaban la plaza. Y sin embargo, sostiene Rosa, hoy no tiene sentido repetir esas frases en una urbe rebautizada como "la capital de las bicicletas". "Y pensando en esos ciclistas que han hecho suya la ciudad -prosiguió el novelista- me preguntaba si algún día ocurriría lo mismo con los libros: si llegará un día en que los libros se queden en la plaza, y aunque sigamos celebrando ferias, no tenga ya sentido decir Los libros salen a la calle porque estarán en ella, serán parte de la calle".

A Rosa, que se definió por su profesión "aficionado a encontrar metáforas y paralelismos por todas partes", se le antoja "fácil comparar los libros con las bicicletas", para lo que se valió de un capítulo familiar. "Mi hija Carmela", contó el ganador de premios como el Rómulo Gallegos o el Cálamo, "ha aprendido a montar en bici al mismo tiempo que a leer". Y "las dos son para ella una forma primeriza de experimentar la independencia, la libertad, la primera escapada, el ensanche del horizonte". Una embriaguez similar a la que sentía "el famoso piel roja del que hablaba Kafka", que cabalgaba "sobre un caballo veloz, a través del viento, constantemente sacudido sobre la tierra estremecida, hasta arrojar las espuelas porque no hacen falta espuelas, hasta arrojar las riendas porque no hacen falta riendas". Una definición perfecta, para este narrador, "de leer, sobre todo de esas primeras lecturas, de infancia, de adolescencia, cuando uno es un piel roja, un lector todavía salvaje, sin civilizar, sin someter a norma alguna, y lee como si cabalgase un caballo veloz a través del viento".

La "facilidad natural" que encuentra Rosa en los ciclistas "para generar comunidad, para socializarnos, para sentirnos próximos a los demás ciclistas, con los que empatizamos naturalmente, con los que surge una solidaridad espontánea" llevó al escritor a lamentar que la lectura sea "como el ciclismo, una experiencia individual, solitaria, íntima" pero que "apenas consigue salir de esa soledad". Leer es, propuso, casi como "pedalear pero como en una bicicleta estática".

De ahí el propósito de Rosa de "compartir la lectura, trascender lo leído, generar comunidad con los lectores", hacer con los libros "lo mismo que hacen los ciclistas con sus bicicletas: apropiarse del espacio. De la ciudad. De la polis. Apropiarse, o reapropiarse, de las plazas y calles. Transformar la ciudad mediante esa apropiación". Como la bicicleta, "agente transformador de la ciudad", a la que ha devuelto "su dimensión humana", Rosa quiere "recuperar la lectura, con fuerza transformadora y generadora de comunidad, (...) para que no sigamos pedaleando cada uno en su bicicleta estática. Leer con los demás, hacia los demás. En la calle, no saliendo a la calle una vez al año. Tomando la ciudad, que es nuestra. Ocupando la plaza, antes de que otros la vendan".

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