El escritor mexicano Jorge Valdés Díaz-Vélez recibió ayer en el Centro Cultural Santa Clara el I Premio Iberoamericano de Poesía Hermanos Machado, convocado por la Fundación Caja Rural del Sur junto al Instituto de la Cultura y las Artes del Ayuntamiento de Sevilla (ICAS) y dotado con 12.000 euros. El autor definió la obra ganadora, Mapa mudo, como una "cartografía emocional", un recorrido por enclaves que "como las ciudades de Italo Calvino se alejan en la memoria pero siguen en la sensibilidad".

Así, en este libro editado por la Fundación José Manuel Lara dentro de su colección Vandalia, Valdés retrata "la experiencia íntima" de una biografía, en un recorrido en el que vuelve la mirada a los primeros años -cuenta la caza de un ciervo por parte del padre, una pieza que provoca terror en el niño; o describe la transformación de los espacios donde transcurre la infancia, "la casona paterna tras los cedros / que aún persisten de pie, aunque hubo muchos / pasados a cuchillo"- y afronta desde el estremecimiento las circunstancias de la madurez, cuando los hijos abandonan el domicilio familiar y al cumplir los 50 años uno comprende que habita un territorio intermedio entre el vigor perdido y el declive. "Medio siglo de hablar / a señas y espejismos hasta hacerme el que hoy / se pierde en sus palabras. / He dejado de ser / joven. Y sin embargo no soy, quizá, tan viejo", dice el poeta sobre la "edad inhóspita" que tiene.

Para Valdés, la escritura permite "tratar de sostener el momento pasado", aferrarse al "recurso de la memoria". Su cartografía, "muy ubicada", contempla también varias ciudades españolas, y en Mapa mudo hay menciones a la Alhambra, el Cabo de Gata o Madrid. Pero el escritor señala que "es difícil precisar en qué ciudad nace cada poema", igual que resulta arduo asegurar si los versos se han escrito "en una etapa feliz o en una triste. Hay que dudar de los versos, porque suelen estar escritos con distancia del momento original que les dio curso".

En esa mirada cosmopolita de Valdés ha influido su trabajo como diplomático, aunque el autor declara que "me llama la atención que todas las noticias destaquen mi profesión, porque no se hace con amigos poetas que también se dedican a otra cosa". Su contacto con distintas culturas le ha llevado a no dar importancia a las fronteras geográficas, y considera que los autores que se expresan en español "estamos escribiendo el mismo libro entre todos". En su poemario palpita la influencia que ejercieron sobre él algunos escritores andaluces: los hermanos Machado que dan nombre al premio, "de los que aprendí a cantar y contar con dignidad"; Luis Cernuda, "enterrado en México y todavía hoy muy leído allí", y Federico García Lorca, "que nació aquí pero es un autor universal, nos pertenece a todos".

La convocatoria del Premio Iberoamericano Hermanos Machado es otra muestra de hermanamiento entre los dos continentes. Valdés muestra su ilusión por que este galardón se entregue en Sevilla, "pues en esta ciudad, a mi juicio, comenzó América Latina" y expresó su satisfacción por el hecho de que "la poesía siga siendo un referente importante de comunicación a los dos lados del Atlántico".

El jurado que otorgó por unanimidad el galardón a Valdés estuvo compuesto por los poetas Julia Uceda, Uberto Stabile y Jacobo Cortines, el vicerrector de la Universidad de Huelva, Manuel José de Lara, y el editor y crítico de Diario de Sevilla Ignacio F. Garmendia. Este último destacó "la elegancia, la perfección exquisita de los versos" y aseguró que fue "una alegría que el autor fuera mexicano, que un premio como éste fuera al otro lado del Atlántico". Aunque Valdés posee una sólida trayectoria con 12 poemarios editados "y ya está publicado en España, este galardón puede ayudar a difundir su obra".