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Cultura

Kish mir in tuchis, Academia Sueca (*)

Dice Zuckerman en Pastoral americana: "Escribir te convierte en alguien que siempre se equivoca". Seguro que alguno hay, pero son pocos los libros erróneos en el listado de Philip Roth, que la otra noche dio el último paso y se adentró en el vacío al que tantas veces se asomó en vida y a cuyo filo nos acercó cogiéndonos por el cogote para que echáramos un vistazo a las profundidades desde las páginas de sus novelas. No es de extrañar que como lector, cuando se echó a un lado y dejó para siempre la escritura, proclamara que Submundo, de Don DeLillo, es "la última gran novela que he leído".

El miedo de Estados Unidos a lo que llega de fuera, la querencia de muchos de sus compatriotas a ser subyugados por el autoritarismo y la propensión de no pocos de sus gobernantes a ejercerlo, la represión sexual y el placer como contestación vitalista para burlarla, la metástasis de la corrección política y el auge de la mística ultraconservadora con su moral putrefacta, el judaísmo y el antisemitismo -de lo que fue acusado por su propia comunidad-, la implacabilidad de la vejez con su condena de dolor y decrepitud, la complejidad de las relaciones paternofiliales... Y la muerte. Sobre todo ello escribió con energía y rabia este "zurdo de izquierdas" para hablarnos de la desesperanza del hombre.

Demasiado, quizá, para la Academia Sueca. Pero esto, con Roth, ahora y siempre, es lo de menos.(*) "Kis mir in tuchis", se lee en El mal de Portnoy. En yiddish significa: "Bésame el culo".

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