Cultura

Lamentos y plegarias

  • Junto a la mezzo Bernarda Fin, Il Giardino Armonico dedica su segundo álbum en L'Oiseau-Lyre al lamento barroco

Aunque la tradición de los lamentos musicales se remonta en el tiempo al menos hasta el planctus latino, con las posibilidades retóricas que les ofrecía la monodia acompañada, los compositores del primer barroco italiano iban a dar forma a un estilo muy concreto de lamento, que, a partir del muy célebre escrito por Monteverdi para su segunda ópera, Ariadna (1608), iba a hacerse habitual en todo tipo de composiciones escénicas, especialmente en la Venecia de mediados de siglo. El lamento operístico se construía casi siempre sobre un basso ostinato de un tetracordo descendente, del que se aprovechaban sus posibilidades disonantes y cromáticas para enfatizar el sentido doliente de los textos.

Muy pronto, el género, estrechamente ligado a la música teatral, dio el salto a las composiciones sacras, lo que fue bien recibido por los impulsores de la Contrarreforma católica, que si rechazaban el ornamento arbitrario, apreciaron las posibilidades didácticas que les ofrecía la claridad de la monodia asociada a la retórica barroca. Este nuevo disco de Il Giardino Armonico se dirige hacia este terreno en el que el lamento se funde con la plegaria, como se hace evidente desde el título de Il Pianto di Maria, una larga cantata en nueve números que durante mucho tiempo fue atribuida a Haendel hasta que se descubrió original de Giovanni Battista Ferrandini (c.1710-1791), quien debió de escribirla en los años 30 del siglo XVIII.

Para entonces, el modelo de lamento había quedado bien fijado por los músicos venecianos de la centuria anterior (Ferrandini había nacido en la Serenísima). El Lamento de Ariadna de Monteverdi, hito germinativo de todo el género, alcanzó tal popularidad en su tiempo que el compositor lo usó dos veces más: como madrigal a 5 voces, que incluyó en su Libro VI (1614), y vuelto a lo espiritual, con un texto latino (Iam moriar, mi Fili), que publicó en la Selva Morale e Spirituale (1640/41) con el título de Pianto della Madonna. La parte vocal del CD, que interpreta de forma por completo arrebatadora la soberbia mezzo argentina Bernarda Fink, se completa con un aria ("Sento già mancar la vita") de un oratorio de Francesco Conti (c.1681-1732), Il martirio di San Lorenzo, singular por el empleo de un chalumeau, un híbrido entre la flauta dulce y los instrumentos de lengüeta.

El programa vocal queda admirablemente contextualizado con una serie de piezas instrumentales que comparten con él bien el uso de determinados recursos musicales, como el basso ostinato (Passacaglio de Marini) o los principios arcaicos típicos del madrigal (Concierto madrigalesco de Vivaldi), bien su pathos expresivo (Sonata y Sinfonía al Santo Sepolcro de Vivaldi, Sonata en do menor de Pisendel), lo que sugiere su uso en los templos. El conjunto milanés vuelve a mostrar que se encuentra a la vanguardia de la música barroca en nuestro tiempo, con interpretaciones de extrema originalidad, llenas de detalles y de una intensidad y una carnosidad conmovedoras.

Bernarda Fink, mezzosoprano. Il Giardino Armonico. Giovanni Antonini L'Oiseau-Lyre (Universal)

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