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Crítica de Teatro

Machismo bajo la piel

Natalia Sánchez y Fernando Guillén-Cuervo, dos enemigos feroces en 'Oleanna'.

Natalia Sánchez y Fernando Guillén-Cuervo, dos enemigos feroces en 'Oleanna'. / miguel ángel de arriba

Tenemos un Mamet de 25 años, con su bouquet bien macerado, con su poso asentado y acumulando sabor. Si en 1992 Oleanna fue acusada de machista, el paso del tiempo ha demostrado que David Mamet iba mucho más lejos de lo que se apreció en aquel momento. El polémico autor norteamericano domina la palabra con tanta perfección que sus obras pueden prescindir, prácticamente, de escenografías e iluminaciones (no es el caso en esta puesta en escena dirigida por Luis Luque) ya que todo se pone al servicio de una dialéctica en la que Mamet disfruta y se crece.

El mundo de la Universidad y su elitismo, las diferencias de clases sociales y el machismo incrustado en la educación de los hombres son tres de los ejes que jalonan esta Oleanna que sigue teniendo una evidente vigencia.

Unos soberbios Guillén Cuervo y Natalia Sánchez se miden en esta pieza demoledora

Dos personas. Un profesor y una alumna. Una chica pobre y un atildado profesor a punto de conseguir su cátedra. Un adulto y una joven. Un hombre y una mujer. Se juega con cartas marcadas. El poder está en un bando. Se maquilla de paternalismo, se trufa de eso que ahora se llama micro machismo, de una realidad que nos supera a hombres y mujeres. Pero en esta partida de ajedrez, en este combate de esgrima, no está claro quien ganará finalmente la partida.

Resulta difícil hablar de esta pieza sin descubrir su final, su urdimbre diabólica para distinguir la bondad de la vileza. Podemos decir que su título está sacado de una canción y que Oleanna rememora un espacio ideal donde vivir. Una ironía más, ya que en el enfrentamiento que mantiene este profesor, que se muestra condescendiente, con su alumna, movido por su belleza, se acabará perdiendo mucho más de lo que se pudiera imaginar.

Luis Luque ha tomado partido, o. por lo menos, yo distingo con facilidad quién es el bueno y quién el malo (hablo en genérico para no dar pistas). Lo que no quita es que la lucha sea despiadada y que no sepamos si lo que mueve a ella sea la venganza o la justicia. Por eso esto es arte.

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