Cultura

Maneras de encontrarle sentido a la poesía

  • José Manuel García Gil presenta 'La belleza no está en el interior', el poemario ganador del último Premio Hermanos Machado.

"Escribir porque sí, / por ver si acaso, por verlas venir. / Escribir para acordarse, para recordarme, / no ya en ninguna huella, en ninguna parte, en el cuerpo de nadie, / hasta que solo el eco de un nombre / crezca en mí con la furia / con la que se destapa el agua de un torrente (...)". José Manuel García Gil abre con una declaración de intenciones La belleza no está en el interior, la obra por la que se hizo a comienzos del pasado mes de marzo con el VI Premio Iberoamericano de Poesía Hermanos Machado. Es "una poética" que, como todas, dijo ayer en la presentación del poemario en la Feria del Libro, quizás sea "efímera e inútil", pero es la suya, y así aparece detallada en ese poema que tras una cariñosa dedicatoria al añorado Rafael de Cózar da la bienvenida al lector, Hombre de letras.

"A los escritores nos preguntan mucho por qué escribimos, y unos responden con alguna solemnidad embustera, valga la redundancia, otros prefieren soltar un chiste excéntrico y la mayoría simplemente mentimos como bellacos", bromeó el autor, nacido en Cádiz hace 51 años, junto al también poeta Jacobo Cortines, director de la colección donde se acaba de publicar el poemario, Vandalia, de la Fundación Lara, la entidad que convoca este galardón en colaboración con el Ayuntamiento. "Tras ese título provocativo encontramos una voz muy madura que cuestiona los tópicos", dice Cortines.

García Gil asiente: "Agotado de oír frases que representan un pensamiento único, el tiempo y la literatura me han enseñado a negar toda verdad dogmática y consagrada. Discrepar de las consignas, también las literarias, es una buena manera de encontrarle uso a la poesía". Profesor de Lengua y Literatura, director de la revista Caleta junto a Alejandro Luque y responsable de la colección de narrativa breve Calembé, además de autor de poemarios como Verdades a medias, Las veces del río o Aguas prohibidas, por el que ganó el Premio Ateneo de Sevilla, García Gil tuvo la necesidad de reflexionar en este último sobre "un presente conmovido, vivificado, fecundado por el pasado"; es decir, sobre lo que para él "constituye también la esencia de lo bello".

En La belleza no está en el interior, el autor parte generalmente de un mismo punto de vista, "el del poeta que busca inspiración", para lanzarse a explorar su cartografía más íntima. Sin que sea en absoluto una poesía "culturalista", se apoya en sus versos en una cita de Bob Dylan o en un recuerdo de su querido Carlos Edmundo de Ory. Pero también aparece aquel titular en el periódico que daba noticia del secuestro de Aldo Moro, asociado para siempre a las canciones del primer disco de Van Halen, recién descubierto. O un retrato de Lewis Carroll, o un canto a Brigitte Bardot que es en realidad una añoranza del padre junto al cual la descubrió, o ese beso furtivo, casi accidental, perseguido durante toda su adolescencia y conseguido al cabo de más de 30 años, se diría que en otra vida. Referencias que el poeta coloca "en la lanzadera" de su vida, para acabar descubriendo que "en este último espejo" en el que se ha mirado, quizá porque "acaba de pasarle el paño", se reconoce más que nunca.

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