Autor: Abel González Melo. Puesta en escena y dirección: Pepe Bablé. Ayudante de dirección: Luis Jiménez. Escenografía y estilismo: Carolina Bablé, Pepe Bablé. Intérpretes: Charo Sabio, Susi Rosado, Carmen Reiné, Jay García. Fecha: Viernes 4 de marzo. Lugar: Centro TNT Atalaya. Aforo: Un tercio.

La historia es la de una mujer que quiere salir de la escena, un lugar casi desnudo donde sin embargo cabe todo: la realidad -el presente- y su espalda -el pasado- de virtualidades truncadas. Este anhelo de fuga también dibuja la ventana por la que se cuelan los fantasmas, familiares, bergmanianos: apariciones que se turnan para recontar una vida reprimida y confiscada por una madre castradora y un amor de juventud que sólo se quedó en prometedor esbozo.

Pero Cádiz en mi corazón es mucho más que un drama individual, ya que el relato de formación de la protagonista se proyecta quebrado por el prisma de lo generacional y a la vez se aupa a la montura de una sentida alegoría sobre la ciudad natal -toda ciudad- como prisión de sueños y espacio mítico al que siempre se regresa en tanto que alimento de la memoria. Es decir, hay aquí un desmesurado deseo de decir el mundo, de relacionar y tejer sin descanso, y si bien el resultado de la pretensión brilla en no pocas ocasiones, la ceremonia de los entrecruzamientos se hace algo repetitiva y morosa.

Así, lo mejor de la obra nos pareció su deriva más lúdica y experimental, ese juego entre la palabra que comunica y la que disgrega al que se entrega un cuarteto de actores en muy buena forma que pasa de la risa al llanto en lo que tarda el cerebro en conectar y desconectar recuerdos y sensaciones: cuanto menos supimos y más intuimos, más disfrutamos ante sus mínimas coreografías. Luego, cuando la obra afina y se lirifica, y el texto toma la delantera para decir con belleza lo que ya vimos y escuchamos en el balbuceo de los cuerpos, el interés decrece, lo que no deja de ser paradójico.