El tiempo El tiempo en Sevilla para el Jueves Santo y la Madrugada

Cultura

Mendicutti rinde tributo al lenguaje coloquial en la novela 'Ganas de hablar'

  • El escritor se inspira en un personaje real de Sanlúcar de Barrameda para recrear una vida a través de monólogos

"En cuanto me paso una tarde sin hablar se me pone estropajoso el cielo de la boca. Y después, si sigo callado, la boca entera. La lengua, la garganta, las encías, hasta la dentadura me parece a mí que se me agrieta". Éstos son los terribles síntomas que padece Cigala, el protagonista de la última novela de Eduardo Mendicutti, cuando las circunstancias le obligan a sobrellevar el silencio. A través de los soliloquios de Cigala, un virtuoso de la manicura con el mismo talento para pegar la hebra, Ganas de hablar (Tusquets) reflexiona sobre "la supervivencia a través del lenguaje" y describe cómo las palabras pueden servir de bálsamo contra las adversidades, los rechazos y la soledad.

"Las primeras páginas son más jocosas, pero en la novela el personaje va sacando cosas duras, porque más allá de que su lenguaje sea colorido y vistoso, Cigala lo ha tenido difícil. Y el instrumento que el personaje utiliza para sobrevivir, aparte de su habilidad para las uñas, es el lenguaje, el otro protagonista de la historia", explica el escritor sanluqueño.

Mendicutti se inspira en un habitante real de Sanlúcar de Barrameda, pero matiza que "el personaje me ha servido de referencia, yo nunca he hablado con él. No sé cómo es su vida. Es su biografía inventada o, como mucho, intuida". Aunque el autor de California reconoce que "hay leyendas urbanas a las que no me he podido resistir", el narrador no quería fijar límites a su imaginación y por eso no habló con su modelo inicial. "Podría haberlo hecho, pero mi intención era construir el personaje por mí mismo, no con lo que me contaran", asegura.

En Ganas de hablar, Mendicutti quería dar voz, a través de su héroe, a esos mariquitas de pueblo silenciados durante tanto tiempo y que ahora sufren cierto desdén de la comunidad homosexual. "Esos personajes han estado en primera línea de la visibilidad gay, ahora que se habla tanto de la visibilidad. Ahora los gays que se ven son chicos guapos, con dinero, jóvenes, o profesionales respetables, jueces o escritores. En este círculo, sobre todo, hay cierta tendencia a rechazar la imagen de homosexuales así, porque piensan que son estereotipos, y es tremendamente injusto porque siempre han estado ahí, luchando", opina el escritor.

Mendicutti lamenta que sus coetáneos hayan caído en "una visión burguesa de la vida" y hayan renunciado a recoger la realidad en sus obras. "Si dentro de 50 años alguien lee la novela que hemos estado escribiendo, efectivamente puede pensar eso que decía Aznar de que España iba bien. No había obreros que sufrían", apunta consciente de que "en las novelas que hemos escrito en estos años aparecían arquitectos, galeristas, pintores, y no los conflictos del mundo laboral. El gaditano bromea sobre un posible proyecto que se titularía La fábrica, "pero hay un problema, que no tengo ni idea de cómo es una".

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios