Crítica de Flamenco

Mercé para todos los públicos

El inicio del recital fue el habitual en los conciertos del cantaor: una larga serie de martinetes en pie. Pero ahí se acabaron las similitudes. Tan sólo en el bis volvió al repertorio clásico con unas bulerías de su tierra que acabó cantando sin megafonía y dándose una pataíta. Fueron dos gotitas que le dieron enorme sabor al cuerpo del recital: los temas populares y ligeros del cantaor que fueron éxitos hace 15 ó 20 años. Composiciones de Vicente Amigo o Isidro Muñoz. Fue precisamente Del amanecer de Amigo el disco que le dio la popularidad al cantaor jerezano. Y con el tema homónimo se inició el recital, arropado por la orquesta. También de Amigo Te roza y te quema y de Muñoz Lío, La vida sale o Aire, con el que cerró el concierto. Y sus versiones de clásicos de la canción de autor como Te recuerdo, Amanda y Al alba que coreó todo el auditorio. Muchos estribillos, muchos tangos y la orquesta que, aumentada con el cajón y el bajo eléctrico, se acercó mucho a una formación ligera. Eso sí, con la riqueza tímbrica de una orquesta sinfónica.

Fue un ejercicio de nostalgia, naturalmente, en el que nos reconocimos los que éramos cuando estos temas se convirtieron en éxitos. Cantados con la convicción habitual en Mercé y con su voz bellísima. Un espectáculo amable, familiar. Predecible. La orquesta tuvo tres intervenciones en solitario, por ninguna de Higuero, que echamos en falta. En fin, que si Serrat y Miguel Ríos pueden, ¿por qué no José Mercé? Eso sí, las proyecciones no aportan nada a la propuesta.

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