Cultura

Mirada(s) de 'bricoleur'

  • Cátedra edita el libro con el que Santos Zunzunegui obtuvo el I Premio Internacional de Comunicación Francisco Ayala

En esta colección de ensayos encontramos una práctica con la que el propio historiador y crítico ha hecho enorme fortuna teórica en textos anteriores (monografías sobre Bresson o Welles, libros de análisis fílmico como Pensar la imagen, Paisajes de la forma, La mirada cercana, o sobre cine español, como Historia(s) de España). Se trata del bricolage (Lévi-Strauss), concepto que hace referencia al trabajo artesanal que se realiza no a partir de materias primas sino con materiales previamente elaborados, con fragmentos de obras preexistentes, "con sobras y trozos, con restos y desechos", elementos que, en manos del bricoleur, se comportan como auténticos operadores.

En efecto, el pensamiento cinematográfico de Santos Zunzunegui se va articulando en este libro a partir de artículos y ensayos ya previamente escritos a lo largo de la última década en publicaciones diversas y dispersas. Su labor aquí, ejemplar por otro lado, ha consistido en revisarlos, actualizarlos y ordenarlos para trazar el inteligente hilo que los une en un relato coherente que sirve para dar respuesta a una serie de cuestiones esenciales (históricas, estéticas, teóricas) sobre el devenir del cine en nuestro tiempo.

El proyecto, ambicioso, lanza numerosas preguntas: ¿Qué es hacer cine en el momento actual? ¿Cómo ubicar la praxis cinematográfica en la estela de la historia, lo mismo del cine que de la sociedad? ¿Qué supone enfrentarse a la creación cinematográfica en un marco de pérdida generalizada de los puntos de referencia que han venido definiendo la práctica fílmica? ¿Qué hacer para, sin ceder a la tentación de dejarse fagocitar por el mundo del audiovisual -con el que, sin embargo, hay que llegar a un acuerdo-, devolver al cine un territorio propio? ¿Qué cosa de hoy, en definitiva, es materia para el ojo? (Handke).

Porque de materia se trata, en definitiva, de "buscar la belleza misma de los filmes en la realización misma de los filmes en tanto que objetos" (Comolli). Y por tanto, de puesta en forma. Siguiendo de cerca a Bazin, Deleuze, Godard y Daney, Zunzunegui afronta un fascinante y riguroso proceso de relectura de la Historia del Cine (clásico, moderno, posmoderno) desde la mirada y el análisis detallado y preciso de sus formas, cuestionando certezas y frenando inercias interpretativas (véanse sus acercamientos al clasicismo y sus torsiones a partir de La Cava, Lewton, Renoir o Buñuel); reivindicando las claves de la modernidad de Godard o el primer Bertolucci; rastreando en autores como Straub y Huillet, Oliveira, Lanzmann, Marker o Kaurismaki esa obligada demanda de plantearse los "problemas que trae consigo el consigo el encontrar fórmulas actuales para heredar la tradición, prolongándola de forma creativa" y hacer que el cine dialogue con el resto de las artes; viajando a Japón para rescatar a Kurosawa de los malentendidos occidentales de su cine y situarlo en su preciso contexto cultural, para aportar las claves del sistema estético del cine de Ozu u observar el funcionamiento del plano-secuencia en Mizoguchi. Un último bloque de textos pone encima de la mesa el necesario estado de las cosas del debate teórico y crítico. Para ello, revisa la vigencia de la política de los autores y la puesta en escena tal y como fueron acuñadas por Cahiers du cinéma, pone al día esa obra capital de la teoría fílmica que es el díptico La imagen-movimiento/La imagen-tiempo, de Deleuze, y recupera la evolución de la teoría y la praxis cinematográfica al hilo de la Mostra de Cine de Pesaro.

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