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Montevideo en su nuevo ciclo

  • El grupo sevillano celebra su décimo aniversario con 'El año del dragón', un álbum que ahonda en el "cambio de rumbo" de su sonido e incorpora ciertos ecos del espíritu 15-M.

Su reciente paternidad, de la que habla con la alegría que cabe esperar, constituye en sí misma una razón suficiente, pero Manu Villalba intuyó que más allá de esto 2012 supondría el comienzo de algo distinto, "un cambio de rumbo". Esta sensación se aprecia especialmente en 1 y 1, el tema que abre El año del dragón (El Genio Equivocado), cuarto y nuevo disco del grupo sevillano Montevideo, formado por Villalba y la argentina Damiana Dubatti hace ahora una década, lo que de alguna manera para ambos -explica el primero- refuerza la impresión de estar viviendo un nuevo ciclo, "algo mejor", por mucho que la realidad más prosaica, con sus castigos draconianos, se empeñe hoy en convertir cualquier ilusión en sospechosa de ingenuidad.

"Hace años, al principio, jamás habría imaginado que un día escribiría una canción como 1 y 1", dice Villalba. "Siempre que repiten no hay salida, eso ya me suena, sabes que es mentira", arranca ese corte, en el que se aprecia de manera particularmente clara el impacto que causó en el músico sevillano no tanto el fenómeno del 15-M -que también- como su homólogo neoyorquino, Occupy Wall Street, y su lema We are the 99 percent. "Ésa fue la mecha", dice el músico sobre la incorporación de cierta sensibilidad política al discurso de Montevideo, cuyo pop de contenido emocional agridulce siempre se caracterizó, y no ha dejado de hacerlo, por la exploración de cuitas y recuerdos por lo general estrictamente personales.

Más allá de esta suerte de toma de conciencia, otro ejemplo de ese indie nacional que ahora redescubre a su modo, seguramente más irónico y menos naïf que en décadas pretéritas, la canción protesta, El año del dragón, producido por el solicitadísimo Raúl Pérez, supone la consolidación de la apuesta y del "salto al vacío" que representó Vértigo y euforia, el anterior trabajo del grupo. "Estábamos ya repitiéndonos", dice Villalba sobre la evolución del sonido de Montevideo, que desde la languidez y la pátina electrónica más o menos casera se ha ido desplazando hacia un acabado más de banda, más compacto y orgánico, por momentos hasta más contundente. "Vértigo... tenía esa frescura de grupo que empieza. Y con El año... estamos ya más compenetrados, hemos tocado un montón y eso se refleja en el disco, claro. También nos hemos quitado muchos tapujos, tanto instrumentalmente como al escribir las letras", explica Villalba, que sobre este último apartado no acaba de entender por qué la crítica en general ha encontrado amargo este último disco: "Puede haber algo de amargura, no digo que no, pero me parece que, como mínimo, todas las canciones dejan una puerta abierta a la esperanza. Y además la felicidad absoluta no existe, o por lo menos yo no he conocido a nadie que la haya experimentado...".

El grupo seguirá presentando el disco en una gira nacional a partir de septiembre. Mientras, desde su refugio en la playa, al hacer balance de estos diez años, Villalba señala como logro fundamental de Montevideo el haber conseguido "un sonido propio" y sobre todo una actitud diferente respecto a la experiencia de hacer música: "Al empezar, yo quería llegar a un supuesto fin, y ahora sé que no existe tal fin, que lo importante es el camino que se va haciendo".

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