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Cultura

Morante de la Puebla se inspira y El Juli enseña su magisterio

  • Ambos cortan una oreja y Eduardo Gallo es ovacionado en uno de sus toros

El sevillano Morante de la Puebla y El Juli cortaron una oreja cada uno en la Corrida Concurso que se celebró ayer en San Sebastián. El torero de La Puebla se enfrentó en cuarto lugar con un ejemplar de Fuente Ymbro -fuera de concurso- que reemplazó a uno de Cuvillo, devuelto.

Tras haber lucido a sus dos toros en el caballo, Morante abrió su particular tarro de esencias, y realizó, en primer turno, una faena plena de inspiración y torería. Esa labor al Zalduendo que abrió plaza la inició el de La Puebla con la mano diestra, instrumentado tres buenas series, para luego echarse la muleta a la mano izquierda y bordar las tandas de naturales que llevaron si firma, templando mucho el viaje del toro, toreando a cámara lenta. Para el cierre dejó algunas de las mejores gotas: unos toreros ayudados, antes de fallar a espadas, pinchando en dos ocasiones antes de dejar una estocada. El fallo le impidió cortar las orejas, aunque el público premió con una gran ovación desde los medios su labor.

Con el cuarto, ese toro tan imponente y exigente de Fuente Ymbro, el sevillano se volvió a mostrar muy dispuesto, entregado y torero. Cuidó a su oponente al principio de la faena para luego torearlo muy bien por ambos pitones, de nuevo templándolo y llevándolo muy despacito. Era toro exigente y Morante hizo un esfuerzo grande. Sin embargo, terminó pasándose de faena, lo que hizo que el toro se pusiese gazapón antes de matarlo. Antes de enterrar la espada, más efectiva que mejor colocada, Morante firmó un cierre con su firma, con unos molinetes personalísimos. Oreja de mucho peso.

Al segundo de la tarde, toro falto de raza y empuje, El Juli realizó una faena muy técnica y bien estructurada, sacando las virtudes del toro y fondo del toro. Firmó Julián muletazos estimables, pero su faena no tuvo mucho eco en los tendidos, fundamentalmente por las condiciones del toro.

El quinto fue toro tan importante como exigente, de los que diferencian a unos toreros de otros. Y El Juli sacó a relucir con el todo el toreo y magisterio que lleva dentro. Había que apostar y lo hizo el madrileño, llevando al toro siempre muy metido en la muleta, a base de temple. Destacaron las series con la mano diestra, provocando y dejando la muleta siempre en la cara. Pinchó antes de dejar un estoconazo, cortando otra oreja de peso.

Eduardo Gallo salió decidido con el Jandilla que hizo tercero, al que recibió con una larga de rodillas y un farol en el tercio. Brindó al público el torero salmantino y realizó una buena y larga faena, aunque sin acoplarse del todo en algunos momentos con la embestida del astado. Con el soso y parado sexto, de El Ventorrillo, Gallo lo intentó y se pegó un arrimón, pero el toro no embistió, y el público terminó insistiendo en que lo matase.

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