Crítica de Flamenco

Muro sonoro contra los muros

La música fluye, impresionista, muelle, sin solución de continuidad. Es una suite inspirada en El libro de los abrazos y en otros textos del desaparecido escritor uruguayo Eduardo Galeano. El concepto del toque procede del jazz, tanto por el uso de la púa como por la estructura de tema-arreglo-variación en la que las teclas de Toni Romero, brillante, arrebatado, dan la réplica a Moreno. En ocasiones Moreno usa también la distorsión para potenciar su concepto musical.

Algunos de los textos en prosa de Galeano han sido convertidos en canciones por Moreno. Un reto para Lela Soto tanto por el contenido literario, sin rima, sin versos, con un vocabulario no concebido para ser cantado, como por las modulaciones que ha compuesto Moreno. Un reto del que la jerezana sale airosa en todo momento a fuerza de entrega y gracias ese poderío vocal que la adorna.

La música de Moreno es evocadora, sensual. Infinita. No tiene comienzo ni fin. Es un muro sonoro fascinante en el que los toques clásicos, seguiriyas, fandangos, alegrías, se insertan con toda naturalidad. La denuncia social de Galeano nos viene con un envoltorio de melaza y colores pastel. Temas hipnóticos sobre los que se asientan las variaciones para dispararse lejos en el diapasón. Estribillos brillantes, por ejemplo en los tangos y las alegrías.Y búsqueda de nuevos horizontes sonoros, especialmente en las bulerías que cierran la suite.

El grupo está magníficamente empastado y las transiciones y los arreglos son tan conmovedores como las propias composiciones. Una obra mayor del toque contemporáneo que tiende puentes contra los muros.

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