Cultura

Patrimonio especializado

  • La localidad gaditana de Sanlúcar de Barrameda plantea con interés la necesaria tarea de revitalizar nuestras ciudades cohesionando sus barrios significativos

La gestión del patrimonio cultural y, en particular, del histórico anda necesitada de una inyección de innovación que la haga capaz de adecuar las políticas institucionales a la complejidad de nuestras ciudades y territorios. La mitad de la década de los 90 supuso un límite claro para lo que había sido un programa público, en el que se aunaba la construcción de todo un entramado administrativo y legal, con la proyección y gestión patrimoniales de un legado histórico que se pretendía constituir en base activa de una política de identidad andaluza.

El creciente impacto de los procesos de la globalización, unido a un menor protagonismo político de la Consejería de Cultura en el Gobierno andaluz, y la ampliación del territorio de la acción cultural, nos ha llevado a una situación en la que se hace necesario reflexionar sobre muchos de los lugares comunes y de las insuficiencias del modelo anterior. Con una Ley de Patrimonio y un Plan para la Cultura recién aprobados, el desafío sigue encontrándose en la urgente transferencia de los instrumentos, los enfoques y los presupuestos al ámbito de la gestión y la política municipal.

Junto a este desafío largo tiempo aplazado, circula por los medios sociales y culturales preocupados por el patrimonio el convencimiento de que hay que bajar algunos escalones desde el marco legal y administrativo a los problemas concretos detectados -o no- en el ámbito de la ciudades y del territorio de Andalucía; ello, como paso previo para lograr una gestión participada por los diferentes agentes implicados y por la sociedad en general. Si es cierto este diagnóstico, será necesario integrar toda una instrumentación que hoy se halla segregada en diferentes disciplinas y transversalizar las competencias de las diversas consejerías en una acción común.

Pero todo ello está necesitado de iniciativas capaces de hacernos ver muchas de las posibilidades que hoy permanecen ocultas respecto a la gestión del patrimonio. En este sentido, el trabajo coral realizado por el Máster de Arquitectura y Patrimonio Histórico tiene mucho que aportar y ya lo viene realizando, con una formación integrada sobre los diferentes especialistas que poco a poco está dando sus primeros resultados.

En esta línea quisiéramos situar los resultados de este concurso para la rehabilitación urbana de Sanlucar de Barrameda, fallado recientemente, y en particular la propuesta del estudio Beuve, una de las tres ganadoras. Un proyecto que, tomando distancia sobre el sitio y las cosas allí encontradas, activa con su mirada cuantos elementos constituyen las señas de identidad de la población y están en disposición de desvelar lo que serán las estrategias y oportunidades para la actualización y revitalización de su tejido urbano y de las actividades que en él puedan producirse.

Una acción que se inicia con un intencionado análisis de la realidad sanluqueña, en sus escalas territorial y urbana, con el que vislumbran áreas libres y escenarios no del todo valorados por la ciudadanía. Materiales que van a servir para armar una urdimbre de posibles relaciones espaciales, ambientales y humanas donde el vacío, como lugar de convocatoria y enlace de las diversas situaciones propuestas, es el gran argumento a proyectar como espacio de posibilidad.

Será en él donde se produzca la actividad y la participación ciudadana, desde donde se valoren viejas estructuras domésticas y contenedores bodegueros o se activen los paisajes urbanos. Será en él, a la postre, donde se deposite la nueva arquitectura y la imagen de una ciudad que se pretende viva. Un dispositivo que se abre en la propia estructura urbana, tanto como en la tradición, para participar de ellas de forma diferente, donde el plano de la ciudad se entiende como un continuo dispuesto para el paseo ciudadano, extendiéndolo por un territorio que a todos resulta familiar, y la arquitectura como generadora de ambientes y potenciadora de relaciones y actividades.

Sabio proceder de quienes, desvelando lo allí presente, lanzan una propuesta, un relato dicho en el vacío, donde los diversos patrimonios -natural, arquitectónico, urbano, antropológico, etcétera- se reconocen en la secuencia de islas ambientales recreadas o inventadas que conformarán el paisaje cultural de la nueva ciudad y sus gentes.

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