A la espera de su edición en nuestro país, tendrán que acudir a Internet para hacerse con la primera banda sonora original compuesta ex-profeso para un filme de Woody Allen, quien, como saben, prefiere tirar de repertorio jazzístico. El honor lo ha tenido Philip Glass, cuyo inconfundible y recurrente sello minimalista suele funcionar siempre mejor como apoyo dramático que en su escucha en disco.
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