Crítica de Música

Presente y futuro de la guitarra

La juventud y la maestría de la madurez se combinaron en la nueva sesión doble de este festival, permitiendo valorar las posibilidades de un joven valor aún en proceso de formación (Suganuma es alumno avanzado de Francisco Bernier en el conservatorio sevillano) y la plena madurez interpretativa del magnífico guitarrista argentino Pablo Márquez.

Suganuma ofreció, en la primera parte de su intervención, un extracto del contenido de su flamante disco, integrado por obras de origen iberoamericano o inspiradas en la música de aquel continente. Empezó algo rígido y frío, con un sonido falto de brillo y de proyección, como agazapado, a la vez que con falta de atención a la acentuación en obras que exigen un gran cuidado en la graduación de los ataques en momentos muy precisos. Con Alfonsina y el mar consiguió un sonido más limpio y una mayor carga expresiva. Completó su participación con una selección de canciones populares japonesas con la cantante Akiko Kuroda.

Tras la pausa, Pablo Márquez dio una soberbia lección de las posibilidades expresivas y sonoras de una guitarra de 1927 que en sus manos produce un sonido brillante, denso, rico en colores. Márquez sentó cátedra sobre el uso del color, desde la delicadeza de los armónicos en la obra de Sor (en una versión muy controlada de vibrato y portamentos) a la densidad y los juegos con el sonido del resto del programa. A recordar la nitidez del trémolo en Respuesta, la profundidad del Andante de Chavarri y las agilidades de la pieza final.

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