Opinión

Regreso al futuro

Pasados más de 20 años desde su fundación, con un prestigio consolidado en todo el país y un público que no cesa de crecer, la Orquesta Barroca de Sevilla sigue presentando cada movimiento como una aventura de resultado incierto. Su apuesta para la próxima temporada se asienta una vez más en un presupuesto casi ridículo para una formación de sus características y su renombre, un presupuesto en el que la presencia institucional sigue diluyéndose, sin que el sector privado haya acudido al relevo (hecha la salvedad de ELI, la academia de inglés convertida en la principal mecenas musical de la ciudad, que dobla este año su aportación).

Ausente por completo la Junta de Andalucía, en una política que, unida a la que mantiene con teatros y sinfónicas, sólo cabe categorizar de penoso abandono, renuente el Ayuntamiento a asumir la inversión que de verdad requiere el conjunto y contenidos en su apoyo el Ministerio y la Universidad, sólo la existencia de una Asociación de Amigos que se aproxima al millar de socios permite a los responsables de la OBS mantener la esperanza en un futuro que muchos desearían como un regreso al pasado, a aquellos años de principios de siglo en los que, gracias a la apuesta de José Manuel Amores al frente de la Obra Social y Cultural de Caja San Fernando, el grupo pudo ofrecer al público sevillano algunas de las más grandes obras corales del siglo XVIII.

La OBS presentó ayer la mejor temporada a la que en este momento, según sus máximos responsables, puede aspirar. No nos engañemos. Pese al esfuerzo y el entusiasmo, es un proyecto modesto. Que resulte arriesgado plantearlo debería hacernos reflexionar a todos sobre el auténtico alcance de nuestra capacidad de producción cultural. El conjunto abandona el Lope de Vega como sede principal. Los 12 conciertos del año pasado se convierten en 13, pero hay en realidad menos programas (ocho de abono más el extraordinario del Proyecto Atalaya). Los invitados son de absoluta garantía, en algunos casos, grandes figuras de la música europea, como los violinistas Riccardo Minasi, Enrico Onofri y Amandine Beyer (en la imagen), el clarinetista Eric Hoeprich o el director Andreas Spering; en otros, jóvenes de gran talento, como el guitarrista Miguel Rincón o la soprano Julie Fuchs. El repertorio se centra en las principales figuras del tardobarroco, con Haendel, Bach y Vivaldi de principales protagonistas. Resumiendo: en el próximo curso, la OBS ofrecerá una vez más en Sevilla música barroca y clásica de gran calidad al máximo nivel. Pero el futuro anhelado (o el pasado añorado) se adivina aún muy lejos.

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