Después del nuevo impulso que J. J. Abrams le dio a La guerra de las galaxias con El despertar de la fuerza, devolviendo a la serie la humanidad y la emoción que el propio George Lucas le había arrebatado en la discutida trilogía que se estrenó entre 1999 y 2005, la franquicia Star Wars sigue conservando, como pocos fenómenos, su capacidad para generar una inaudita expectación en el público. Rogue One: Una historia de Star Wars, el primer spin-off de la saga en la etapa Disney, no ha sido una excepción: después de meses en los que los espectadores esgrimían sus hipótesis mientras desentrañaban las imágenes que había avanzado Lucasfilm, al fin esta aventura que sus responsables conciben como una película bélica -es la primera vez que la palabra wars del título estará plenamente justificada, dicen los fans- se estrena este jueves en los cines.

Cuando en 2012 Disney formalizó la compra de Lucasfilm por más de 4.000 millones de dólares, el estudio hizo patente su intención de rentabilizar al máximo esa inversión y anunció entonces una nueva trilogía, cuya primera entrega sería el Episodio VII que dirigió Abrams. Sin embargo, a aquella previsión se fueron sumando nuevas citas en el calendario. Así, se supo que antes de que llegara el Episodio VIII, que dirige Rian Johnson y cuyo estreno se espera para diciembre de 2018, desembarcaría en las salas esta Rogue One, una historia independiente ambientada en el universo Star Wars, y a este spin-off le seguirían un proyecto sobre Han Solo, en el que el joven Alden Ehrenreich tomaría el relevo a Harrison Ford (con fecha para 2018) y otro, no confirmado, que podría versar sobre Obi Wan Kenobi o sobre el cazarrecompensas Boba Fett.

Quienes teman que la codicia de Disney acabe sobreexplotando la galaxia que inventó Lucas no pueden discutirle a los directivos la pertinencia de los profesionales escogidos. El encargo de Rogue One cayó en manos de Gareth Edwards, que llamó la atención con la sugerente Monsters y se confirmó con el ambicioso remake de Godzilla. El inglés asegura como tantos otros que La guerra de las galaxias le supuso un verdadero impacto en la infancia, y siempre ha reconocido la influencia de Lucas y de Steven Spielberg en su trabajo. La elección parece apropiada, más cuando Edwards ya conoce el ámbito de los blockbusters por su segunda película.

Encabeza el reparto de esta Rogue One la también inglesa Felicity Jones, bien acogida por Hollywood tras su conmovedor papel en La teoría del todo, por el que fue candidata al Oscar, y a la que este año se ha visto junto a Tom Hanks en Inferno y a las órdenes de J. A. Bayona en Un monstruo viene a verme. Como ocurría en El despertar de la fuerza, donde la presencia de Oscar Isaac y los intérpretes John Boyega y Lupita Nyong'o trajo la diversidad étnica a la saga -aunque en China borraran a Boyega del cartel de la cinta-, Rogue One compone su elenco con intérpretes de procedencia muy diferente: el mexicano Diego Luna, el norteamericano Forest Whitaker, el danés Mads Mikkelsen o el inglés de ascendencia paquistaní Riz Ahmed son algunos de sus actores.

A pesar del secretismo que ha rodeado al largometraje, sí se conoce su trama, ambientada entre los episodios III y IV del relato oficial de la saga. Lo que ha compartido Lucasfilm del argumento es que "en una época de conflictos, un grupo de héroes inverosímiles emprende una misión para robar los planos de la Estrella de la Muerte, el arma de destrucción definitiva del imperio". Por lo que ha trascendido, en esta aventura de "gente corriente que elige hacer cosas extraordinarias", hay otro detalle importante: se sabe que en alguna escena aparece, en lo que es su retorno a la saga, el emblemático Darth Vader.

universo paralelo. La presencia de actores como Felicity Jones, la aparición de K-2SO, un androide deslenguado, y el retorno de Darth Vader están entre los atractivos de esta nueva historia de 'Star Wars'.