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Cultura

Romance, músculo y melanina

Comedia romántica revestida de insípida y blanca aventura marina, Como locos… a por el oro intenta, en vano, reformular algunas viejas claves del género amoroso en la era de piratería sofisticada. Sus protagonistas siguen pretendiendo encarnar el espíritu batallador, tozudo y orgulloso de aquellas pareja a la greña de la screwball comedy (póngase fija a Katherine Hepburn y altérnese a James Stewart, Cary Grant o Spencer Tracy), pero sus cuerpos son demasiado atléticos y sus pieles demasiado aceitosas como para levantar por sí mismos el peso de la guerra de los sexos. Matthew McConaughey y Kate Hudson asumen su condición de modelos publicitarios y pareja de temporada y luchan denodadamente por encarnar a unos estereotipos cómicos sacados de un polvoriento baúl de los recuerdos. La famosa chispa, la química, no aparece nunca.

La dinámica del rematrimonio de la que nos hablaba Stanley Cavell está aquí telegrafiada desde el arranque: él, díscolo, sonriente y encantador aventurero cazatesoros; ella, sufrida y responsable esposa en trámites de divorcio. No tan irreconciliables como parece, por supuesto. Una poco excitante aventura por las cálidas y cristalinas aguas turquesas del Caribe los une de nuevo, qué remedio, en busca de un viejo tesoro español. La calculada intervención de apoyo de los secundarios (un potentado magnate, su hija, trasunto de Paris Hilton, y el amigo del aventurero McConaughey) y la de unos antagonistas de tebeo completan las fichas para un entretenimiento tan previsible como inofensivo e inerte.

Dirigida con poco ímpetu y mucho reggae por el servicial e impersonal Andy Tennat (Por siempre jamás, Ana y el rey, Hitch, Sólo los tontos se enamoran), Como locos… a por el oro naufraga en su navegación de superficie con piloto automático y GPS de serie, en su saturado postalismo caribeño, en la total ausencia de sustancia (cómica, aventurera o sexual) que se desprende de sus imágenes vacías.

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