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Música clásica

Rousseau, el melodista

  • Akal publica, por primera vez en español, el 'Diccionario de música' de Jean-Jacques Rousseau, una joya inexplorada

Jean-Jacques Rousseau (Ginebra, 1712- Emenonville, 1778) ha pasado a la historia como un gran pensador político (el concepto de soberanía nacional y por consiguiente la Revolución Francesa le deben mucho) y como el filósofo que introdujo en el pensamiento ilustrado una sensibilidad nueva, basada en una concepción algo ingenua de la naturaleza, que estaba más cercana al sentimiento que a la razón, lo que lo convierte en un claro precursor del Romanticismo.

Menos conocida resulta en cambio su faceta musical, a menudo minusvalorada o despreciada sin ambages. Además de compositor de algunas obras dramáticas (como Le devin du village, una operita cuyo último registro discográfico se comenta aquí al lado), la celebridad en este terreno le viene a Rousseau por su participación activa en una de las mayores polémicas teóricas habidas en Francia durante el siglo XVIII, la conocida como Querelle des bouffons, que, tras el extraordinario éxito que tuvo la presentación parisina de La Serva padrona de Pergolesi en el verano de 1752, enfrentó a partidarios de la música francesa (encabezados por Rameau) y a los de la italiana (que comandaba el propio Rousseau), esto es, la abstrusa armonía (y el contrapunto y la fuga) frente a la sencilla melodía.

El pensador ginebrino escribió también la mayor parte de los artículos musicales de la Enciclopedia, en los que Rameau detectó numerosos errores, que su autor reconocería más adelante con modestia, pero posiblemente su mayor contribución al arte de los sonidos sea su Diccionario, publicado en 1767 y que generó un extraordinario revuelo en su época, provocando críticas feroces incluso por quienes lo plagiaban sin recato, para luego desaparecer casi completamente de la circulación. Tanto es así que esta espléndida edición que presenta el sello Akal es no sólo la primera traducción completa al castellano, sino la segunda que se hace a cualquier idioma (sólo existe otra en inglés, ¡y data de 1771!). Las razones de este olvido son analizadas por José Luis de la Fuente Charfolé en la breve introducción que antecede a su versión española de la obra, y en ellas los prejuicios e inquinas personales ocupan un lugar destacado.

Si concedemos hoy valor al Diccionario de música de Rousseau no es sólo porque documenta una tradición lexicográfica, que en el caso francés tiene el antecedente cercano de Sébastian de Brossard, o porque en él se pueden estudiar las ideas musicales de su autor (y aun rastrear la polémica de los Bufones), sino por su depurada belleza literaria. Se trata de una de esas obras que los buenos amantes de los diccionarios leerán completa, como si de un ensayo se tratase, empezando por A battuta y terminando por Za. Los melómanos más inquietos disfrutarán de los ejemplos o de las continuas puyas a Rameau, como cuando en la voz Armonía, Rousseau escribe que "cuando este autor ha querido decorar con el título de Demostración los razonamientos sobre los que establece su teoría, todo el mundo se ha burlado de él" o cuando, ni corto ni perezoso, afirma que "las fugas, en general, hacen la música más ruidosa que agradable". En cambio, para Melodía reserva esta simple y eufónica definición: "Sucesión de sonidos de tal manera ordenados según las leyes del ritmo y de la modulación, que produce una sensación agradable al oído". Pura música.

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