Crítica 'Cegados por el sol'

Sol, sexo y rock & roll… pero no tanto

cegados por el sol. Drama, Francia-Italia, 2015, 124 min. Dirección: Luca Guadagnino. Guión: David Kajganich. Fotografía: Yorick Le Saux. Intérpretes: Ralph Fiennes, Dakota Johnson, Tilda Swinton, Matthias Schoenaerts y Aurore Clément.

Tras esta película está la figura, medio olvidada pero tan interesante como poliédrica, del veterano Jean Emmanuel Conil. Bajo el seudónimo de Henri Dalbert publicó libros de poesía; bajo el de Alain Page, novelas de misterio y aventuras protagonizadas por La Sombra, que recreaban los universos fantasiosos de Maurice Leblanc y E. H. Hornung, creadores de Arsenio Lupin y Raffles, y novelas de espionaje protagonizadas por el agente secreto Calone; bajo el de Alain Ray escribió guiones para televisión; y con su verdadero nombre debutó en 1968 con el guión de La piscina, enorme éxito dirigido por Jacques Deray e interpretado por Alain Delon, Romy Schneider, Maurice Ronet y Jane Birkin. Posteriormente siguió con su prodigiosa capacidad escribiendo novelas negras (una de ellas, Tchao Pantin, llevada al cine por Claude Berri con gran éxito), de ciencia ficción y autobiográficas.

En su guión para La piscina se inspira libremente Cegados por el sol, reescrita por el estadounidense David Kagnanich (autor del notable guión de Una historia real) y dirigida por el italiano Luca Guadagnino (autor de la pésima Melissa P y de la interesante y creativa Yo soy el amor). Se diría que este director, considerado por algunos (exageradamente en mi opinión) el Gran Autor Italiano junto a Sorrentino, quiso hacer un ejercicio de bertoluccismo en Melissa P, de viscontismo en Yo soy el amor y ahora de antonionismo trufado de bertoluccismo; como si quisiera repasar de forma muy libre algunos grandes nombres del cine italiano. Lo confirmaría que su próximo proyecto sea un remake de Suspiria de Dario Argento.

Una bella rock star (Tilda Swinton) se repone en una villa de la isla volcánica de Pantelleria, a medio camino entre África y Sicilia, junto a su musculado amor (Matthias Schoenaerts). En este paraíso lleno de sol, agua azul, chicharras, sexo y paisajes hermosamente agrestes irrumpe su ex amante (Ralph Fiennes) acompañado de una hija (Dakota Johnson) que bien podría llamarse Lolita. No se apagará el sol, no callarán las chicharras, no azulearán menos la piscina y el mar, no será menos duramente hermoso el paisaje… Pero el sexo jugará a su capricho con el cuarteto y el paraíso empezará a convertirse en un infierno.

Thriller erótico-psicológico muy efectista y a ratos efectivo, se beneficia de una explosiva interpretación de un superactivo Ralph Fiennes que nadie querría tener invitado y de la profundidad interpretativa de Tilda Swinton, toda mirada como siempre. Más contenidos, Schoenaerts y Johnson van -literalmente- a lo suyo. El apunte de los inmigrantes parece innecesario y, lo que es peor, frívolo en este jueguecito de bellos, ricos y malditos cuyo título original, A Bigger Splash, está significativamente tomado de uno de los cuadros de piscinas del super-fashion David Hockney. Aunque en esta película nadie resulta tan bello y maldito como Delon y Schneider en la que le sirve de inspiración. En este sentido, a Cegados por el sol le falta fuelle erótico. Lo que es grave en una obra de estas características. Lo peor, la parte final en la que los italianos parecen salir de Pan, amor y fantasía.

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