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Crítica de Teatro

Teatro femenino y mordaz

Rita la Mangaora y Rocío Hurta son conocidas por el público como Las presas ibéricas, dos cantantes folclóricas lesbianas que han dado con sus huesos en la cárcel por malversación de fondos entre otros delitos. Como le ocurrió a la Pantoja, su salida de prisión se ve envuelta en el morbo mediático de la prensa rosa. Tanta es la expectación que una cisterna (cisterna es una metáfora de cadena) de televisión las contrata para que hagan un programa en prime time. Ésta es la anécdota que las actrices Mariki Fernández y Aïda Santos-Alley (las presas ibéricas) utilizan para demostrar una portentosa vis cómica que bebe directamente de las chirigotas de Cádiz y del clown. La sátira, no exenta de cierta fascinación por la copla, provoca una corriente de simpatía entre las dos actrices y el público que se entrega con facilidad a sus divertidos juegos de palabras y a un estudio detalladísimo del lenguaje que haría saltar de sus asientos a todos los académicos de la lengua. Prácticamente cada frase está salpicada de una genialidad lingüística que obliga a carcajearte. Fernández y Santos-Allely se convierten, con este espectáculo, en un dúo cómico femenino capaz de adueñarse de cualquier escenario.

Tiene en su contra esta ocurrencia golfa la pobreza de su producción. Se puede entender que la búsqueda de la parodia obligue al esperpento, pero creo que la puesta en escena ganaría si, precisamente, huyeran de él. También sería bueno profundizar más en la historia no quedándose sólo en chistes que acaban resultando demasiados blancos.

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