TRÁFICO Cuatro jóvenes hospitalizados en Sevilla tras un accidente de tráfico

Festival de Cannes

'Timbuktu': el combate silencioso contra los islamistas

  • El realizador mauritano Abderrahmane Sissako emociona con su relato de resistencia frente al fanatismo religioso.

El realizador mauritano Abderrahmane Sissako emocionó y se emocionó este jueves en Cannes con su film Timbuktu, que narra el "combate silencioso" de la población de esta ciudad maliense contra los islamistas en una historia que muestra el horror rodeado de belleza. Al borde de las lágrimas en la rueda de prensa, Sissako explicó que este proyecto comenzó como un documental para pasar luego a ser una ficción con la que mostrar el calvario sufrido por esta ciudad histórica entre junio de 2012, cuando fue ocupada por los islamistas, y enero de 2013, cuando fue liberada por tropas franco-malienses.

Una película que emociona porque huye de los estereotipos al mostrar los dos lados que tiene cada ser humano y con la que Sissako compite por la Palma de Oro de Cannes. "El ser humano no es sólo una cosa. En cada ser hay una gran complejidad: hay bien y hay mal", dijo Sissako, que agregó convencido: "Los yihadistas son gente que se nos parece", pero que en un momento de sus vidas cambian. Lo que intenta en sus películas es "humanizar" las historias que cuenta y mostrar "la fragilidad existente en todo ser humano", dijo entrecortado y sin poder contener las lágrimas Sissako, a quien los periodistas recibieron con aplausos.

En este caso, muestra esa fragilidad a través de varias historias individuales de habitantes de Tombuctú y de su enfrentamiento con unos islamistas que les prohibían cantar, bailar o simplemente salir a la calle, en el caso de las mujeres. Fuerte crítica en esta película contra los extremismos, pero sin entrar a juzgar a los verdugos, sino más bien de dotando de valor la actitud de las víctimas, que a veces se considera pasiva. "El verdadero valor es el de los que viven la cotidianeidad de estas situaciones y que llevan a cabo un combate silencioso. Ésa es la verdadera liberación, la de los que combatieron quedándose en Tombuctú, jugando al fútbol sin balón, cantando aunque estuviera prohibido", advirtió. Una actitud que impresionó al director cuando viajó a esa ciudad de Malí para conocer de primera mano las vivencias de esa gente y que incluyó en una película cuyo punto de partida fue un hecho real: la muerte de un pescador a manos de un pastor. En su película convirtió ese asesinato en un accidente y lo mezcló con otras historias pequeñas que le contaron los habitantes de Tombuctú, para poner en pie un fresco que es a la vez bellísimo y terrible.

La arena del desierto, los contrastes de luz y los espectaculares paisajes africanos contrastan con la dureza de las lapidaciones, los castigos injustificados y la represión a la que se ven sometidos los habitantes de la ciudad. Sissako trató de conseguir una armonía para contar una historia muy dura, porque considera que "es fácil mostrar el horror" si se hace de forma cruda, lo que para él no era una opción. Como la escena de la lapidación, que resulta durísima al ver a las dos víctimas enterradas en la arena hasta el cuello para recibir las pedradas que acabarán con sus vidas.

Y para narrar esta historia, el director contó con actores profesionales pero también con amateurs, como la cantante Toulou Kiki, que debuta así en el cine, e incluso niños sacados de un campo de refugiados, como la pequeña Layla, que interpreta a Toya en la película y que es todo un descubrimiento desde sus grandes ojos negros. Unas elecciones que pueden ser controvertidas, pero que el director justificó en que para él es más importante el deseo de actuar que tenga una persona, que su experiencia. "No es la inteligencia la que hace una película, es el deseo", afirmó Sissako.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios