cine

Trío de ganadoras

  • 'Abracadabra', 'Verano 1993' y '1898: Los últimos de Filipinas' son las tres películas finalistas para representar a España en la 90ª edición de los Oscar

Por una vez, y sin que sirva de precedente, nos gustan las tres películas que la Academia de las Artes y Ciencias Cinematográficas ha preseleccionado para representar a nuestro cine en la categoría de Mejor Película de Habla no Inglesa de la próxima edición de los Oscar. Cada una en su estilo, como dirían los antiguos, tanto Abracadabra, la comedia negra de Pablo Berger, como 1898: Los últimos de Filipinas, el drama bélico-histórico del primerizo Salvador Calvo, y Estiu 1993 (Verano 1993), el retrato íntimo de infancia de la también debutante Carla Simón, ejemplifican tres vetas interesantes y diversas del actual panorama cinematográfico nacional: una comedia esperpéntica y libre en la mejor estirpe deformante del género; una cinta plenamente integrada en el tejido industrial y deudora de una cierta aureola clásica que no renuncia empero a la contención y la sobriedad dramática a pesar de sus hechuras de filme-espectáculo de gran producción; y una nueva muestra de ese otro cine español que, desde los márgenes, la reivindicación natural de la identidad lingüística y un tratamiento riguroso y sensorial de la puesta en escena, profundiza en los vínculos con una modernidad siempre tan esquiva en nuestro cine.

Las cintas de Berger, que repite precandidatura tras Blancanieves, Calvo, avalada por 13TV y Enrique Cerezo, y Simón, una apuesta de Avalon que ha cosechado numerosos premios (Berlín, Málaga, Buenos Aires, Estambul) en su recorrido festivalero y unos sorprendentes 80.000 espectadores desde su estreno comercial, se la juegan además por sus propios méritos cinematográficos, sin demasiadas coartadas, avales ni estrellas que pudieran servir de reclamo o promoción para su exportación fuera de nuestras fronteras. Indudablemente, la de Simón parecería la más sólida candidata de las tres en su contacto con cierta sensibilidad fílmica contemporánea; de hecho, ya tiene vendidos sus derechos de exhibición en Estados Unidos, aunque Abracadabra tampoco sería una mala representante en su recreación personal de una tipología, unos ambientes y un tono netamente españoles. Aunque ya se sabe, los académicos de Hollywood suelen ser gente con mucha edad en el carnet de identidad y tal vez la cinta bélica de Calvo, fácilmente decodificable y ambientada en el episodio de la última guerra hispano-norteamericana y el ocaso colonial español, cuente con el beneplácito de los más nostálgicos del lugar, que dieron su último Oscar a nuestro cine en 2005 por la insufrible Mar adentro, de Amenábar.

De cara a la elección final, que se anunciará el próximo 7 de septiembre, los académicos españoles deberían, cosa difícil, dejar de lado prejuicios, familias, vetos y partidismos, y mirar no tanto circunstancias y estrategias de concurso como la calidad de las tres cintas. Por una vez, las tres tendrían suficientes argumentos para ser defendidas y justificadas.

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