Crítica de Flamenco

El estado de La Unión

La minera de Antonia Contreras nos hizo evocar tantas noches épicas en el Antiguo Mercado de La Unión. Muchos cuestionan en los últimos tiempos la fórmula del festival. La cuestión no es la fórmula: los concursos existen en todos los géneros artísticos. Sino la gestión que se hace de la misma. Es también la gestión de un patrimonio porque La Unión ha sido el concurso más prestigioso del ámbito jondo. Baste recordar, además de los nombres mediáticos que evocan las notas de prensa de la organización, los de Canalejas, Orozco o Piñana. Contreras, la última Lámpara Minera, es una intérprete morosa que interpreta los tercios alargándolos hasta el final de sus posibilidades. Ostentosa y almibarada, provoca adhesiones y rechazos en la misma medida. Lo que es indudable es que es una estilista del cante. Alfonso Aroca, el premio al mejor instrumentista, ofreció cuatro toques en los que mostró su piano vivaracho que en ocasiones bordea la música ligera, como vimos en fandangos y farrucas. Le tocó también al baile de Abel Harana y al cante de El Mati. Alba Heredia es una bailaora temperamental, expresionista, radical. Barroca, excesiva. La estética de lo visceral, sin complejos. Un arte muy físico, enérgico.

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