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Cultura

En los archivos de Pedro G. Romero

  • Una síntesis de su atlas sobre la iconoclastia puede verse hasta el 16 de mayo en la galería Weber-Lutgen y, desde mañana, en una muestra sobre arte sevillano actual en Sète (Francia)

Entre las diversas actividades que desarrolla Pedro G. Romero (Aracena, Huelva, 1964) el Archivo F.X. es su trabajo "más íntimo y experimental, por eso tal vez no necesito mostrarlo constantemente". Pero ahora, coincidiendo con la Semana Santa, lo hace en la ciudad donde estudió Bellas Artes y en cuyo barrio del Pumarejo vive y trabaja, muy cerca de la galería Weber-Lutgen que acoge la que es, sorprendentemente, su primera individual en la capital andaluza desde 1999. En los 15 años que median desde esa fecha el polifacético G. Romero ha aplicado su talento a la escultura, la pintura, la edición, el ensayo, el flamenco, la literatura y el teatro; ha agitado ideas y coordinado proyectos diversos, muchos de ellos para instituciones como la Fundación Tàpies, Arteleku o el Macba, que acaba de encargarle una revisión de la obra de Joan Brossa que se inaugurará en el segundo semestre de 2015 y donde reivindicará su dimensión poética.

También ha viajado mucho y seguirá haciéndolo, porque participará en la próxima Bienal de Sao Paulo, una de las citas decisivas del entramado artístico internacional, y mañana inaugura en Sète (Francia) la exposición colectiva de artistas sevillanos que ha comisariado Curro González para el Museo Internacional del Arte Modesto (Miam) y en la que él participa con otra síntesis de este Archivo F.X. que además llegará, a finales de abril, al centro L'Iselp de Bruselas.

¿Qué tiene este trabajo sobre la iconoclastia política antisacramental en España, con sus imágenes de estancias quemadas o templos desmontados, para despertar tanta atención internacional? Su artífice lo define como "una base de datos, un sistema de recopilación de documentos (textos, imágenes, discursos...) sobre la iconoclastia en la línea de proyectos como el Atlas Mnémosyne de Aby Warburg o los Documents de George Bataille".

Esta colección de imágenes comenzó a tomar forma, recuerda, en lugares tan variopintos como el mercadillo antiguo de la Alameda, los puestecillos del Jueves o las paredes del bar Ovidio. Como puede verse en Weber-Lutgen, las primeras imágenes que ingresaron en el Archivo F.X. fueron las de la Virgen de la Macarena y de la Amargura ocultas en un cajón de forma preventiva durante la quema de conventos de 1936. "Comencé a trabajar en esto fascinado por las fotografías y recortes periodísticos de la época pero para mí el Archivo F.X. es un laboratorio vivo sobre las imágenes más allá de los significados religiosos. La gente no es consciente del alcance que tiene toda la teoría de la imagen en esta ciudad. Cuando comparo el contexto sevillano con los escritos de Hans Belting y otros estudiosos que leo y sigo me parece algo tremendo. En Sevilla eso que ellos ven como algo histórico está totalmente presente, me refiero a que existen aún esas paradojas donde la imagen tiene un funcionamiento propio que no es el del arte".

Pedro G. Romero trabaja en su Archivo F.X. como un libro sin fin que continúa escribiendo año tras año. La investigación sobre estas imágenes le ha permitido también, continúa, repensar la relación entre la vanguardia y lo sagrado. "Para muchos surrealistas Sevilla fue el escenario de sus fantasías blasfemas y un lugar desde el cual transgredir. En Sao Paulo haré una presentación del Archivo F.X. en torno al amplísimo fondo iconoclasta sobre España y las ramificaciones del movimiento moderno".

La preocupación por la desaparición de la autoría es otra constante de este proyecto que yuxtapone citas muy diversas -salvo las síntesis en negritas- y las presenta estableciendo relaciones, oposiciones y paralelismos. Así, por ejemplo, un fragmento de El objeto soberano de Bataille se combina con textos de un libro editado en Sevilla sobre la imagen de la República. "A menudo uso citas de la propaganda, que obviamente no son verdad, pero me interesan porque la iconoclastia, muchas veces, la construye más la propaganda que la denuncia que el suceso en sí. Mi trabajo, por cierto, se ha beneficiado de dos grandes malentendidos sobre el mismo: la mirada a la memoria histórica y el que empecé a hacer prácticas de archivo que no dejan de ser paródicas antes de que todo el mundo se dedicara a hacer archivos. Pero archivar no es coleccionar: lo esencial es la taxonomía. El archivo se basa en la posición desde la que clasificas y mi voluntad nunca fue construir un archivo positivo de la memoria", desarrolla sobre un trabajo que interesa cada vez más a las galerías, como Casa sin fin, que representa en Cáceres y Madrid a este cotizado creador.

"Lo curioso no es que expongan las piezas sino que las vendan porque, en mi caso, todas estas obras son de libre circulación y el que compra uno de mis vídeos tendrá el derecho a exhibirlo pero sabe que no por ello dejará de difundirse sin cortapisas por la red. Normalmente en mis exposiciones la gente se puede llevar todo el material. El comprador de la pieza se convierte así hasta cierto punto en mecenas y sostén de tu trabajo".

En la exposición de Weber-Lutgen, que puede verse hasta el 16 de mayo, Romero ha incluido otras piezas que van desde el vaciado de escayola de una réplica de los restos calcinados de la escultura de la virgen de Santa Lucía al vídeo donde entrevista al abogado defensor de Luis Carbajo, el funcionario de prisiones que en 2010 agredió al Gran Poder. "Su abogado tenía un conocimiento impresionante de la legislación europea en términos de iconoclastia y conocía al dedillo toda la casuística sevillana, como la denuncia contra el grupo Narco y el autor del videojuego Matanza cofrade... Este vídeo lo he mostrado ya en exposiciones en Málaga y en el Museo Picasso de Barcelona, pero nunca antes en Sevilla".

En la misma estancia otras obras expresan sus indagaciones sobre la aparición del capitalismo financiero y sobre el carácter de mercancía de la obra de arte. Es el caso de unas pegatinas que llevan impresa la máxima "Todo lo que se ve, se vende" y que el visitante puede llevarse a casa, al igual que ocurre con el décimo boletín del Archivo F.X. diseñado por la agencia Sopa y donde ofrece un soporte de fácil circulación a su atlas de imágenes.

"Lo que me interesa de la iconoclastia es que los iconoclastas son los únicos que se toman en serio las imágenes, les dan tanto poder como para sentirse agredidos por ellas", recalca antes de subrayar que le interesa "profundamente" la cultura de la imagen en Sevilla y que no se pierde la Semana Santa. "Sin hacerla explícita en mi trabajo, he aprendido más de la Semana Santa que de otro tipo de prácticas artísticas", concluye.

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