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Cultura

Un camino que acaba en la utopía

  • La muestra 'Dame un punto de apoyo', en la Casa de la Provincia, propone a través de los fondos de la Colección Unicaja un recorrido por las ideas de realidad y sueño en el arte contemporáneo

Cuando el visitante entra en una de las salas de la Casa de la Provincia, se siente atraído por una imagen de extraño lirismo: un cuadro de Juan Muñoz que reproduce una silla que, colocada encima de una chimenea, busca el equilibrio. El observador se pregunta por las intenciones que mueven al artista: tal vez, desafiar el concepto del calor del hogar y apuntar, desde la intimidad de esa escena doméstica, que toda vida no es sino un intento de lidiar con la inestabilidad.

La búsqueda del equilibrio es una idea frecuente en Dame un punto de apoyo, la muestra que, a partir de una selección de los fondos de la Colección Unicaja, propone una lectura del arte contemporáneo más reciente y se pregunta por el papel del artista frente a su tiempo. "Los artistas son como cronistas, que aportan marcadores e índices que sugieren, cuando no diagnostican cómo marcha la sociedad", explica José Medina Galeote, comisario de la exposición que se podrá ver en la Casa de la Provincia hasta el 17 de julio y que reúne unas 40 obras, entre el realismo y la alucinación, la poesía y la denuncia, que trazan "territorios fascinantes" por los que transita el hombre en la actualidad.

La muestra, que debe su título a una célebre frase de Arquímedes, "Dame un punto de apoyo y moveré el mundo", se divide en tres apartados, Realidad, Sueño y Utopía. En la selección, en la que destacan las obras de maestros como Luis Gordillo o Elena Asins, se aprecian pasadizos y conexiones entre un estado y otro: las obras de Curro González, una evocadora tela que reproduce un edén en el que sobresale un majestuoso islote, y de Dionisio González, una pieza atípica en su producción, pertenecen a la realidad pero podrían formar parte, sin chirriar, del apartado del sueño. La mirada al entorno en la primera sala de la muestra marca en todo caso distancias con lo obvio: Enrique Marty introduce inquietantes dosis de humor y sinsentido en sus imágenes ambientadas en la cocina de un ama de casa, Cristina Lucas retrata a una mujer empequeñecida por una farola de grandes dimensiones (¿quizás una denuncia de todos los obstáculos que se encuentra esta mujer en el camino?), mientras que Pilar Albarracín parte de la tradición -un mantón de manila- para trastocar su sentido al pintar en él un corazón y una metralleta.

En el capítulo del Sueño, los creadores esbozan un escenario onírico como una suerte de "aproximación a la realidad", señala Medina Galeote. El desamparo que refleja la joven granadina Irene Sánchez en sus paisajes, donde el ser humano está ausente o de espaldas al espectador, o la casa de muñecas de Gloria Martín, que se erige en símbolo del cuerpo humano y del pensamiento, son dos de las obras que destacan en esta sección.

La Utopía, "una palabra que exige esfuerzo", aprecia Medina Galeote, está representada por las obras de Miki Leal, José Piñar, Abraham Lacalle o los MP Rosado, presentes con una escultura de cerámica que se asemeja a un globo pero que por su peso nunca podrá levantar el vuelo. El malagueño Nono Bandera, que tunea piezas compradas en mercadillos, o el sevillano Ramón David Morales, con una pintura sobre una montaña "que invita a ascender", encarnan, a su modo, otras maneras de reivindicar lo imposible y rebelarse contra el desánimo.

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