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Crítica de Flamenco

Un cantaor mítico

Manuel Gerena es un estratega, un mago del suspense, un gran contador de historias. Y las cuenta con su voz, con sus letras. Sus cantes son su vida y también la vida colectiva de España, fundamentalmente en los años cruciales de la transición. Nos habla de nosotros, de quiénes somos, de lo que quisimos ser, de lo que fuimos. También con los textos de Miguel Hernández, "mi maestro en el verso" como gusta de nombrarlo el de La Puebla de Cazalla que se considera, asimismo, "más cantautor flamenco que cantaor flamenco". El concierto de ayer se presentó como una restitución respecto a la suspensión que se llevó a cabo hace 42 años de un recital de Manuel Gerena en el Teatro Lope de Vega.

El concierto fue accidentado. Parece que la polémica sigue persiguiendo a Gerena. Se disculpó reiteradamente por el mal estado de su voz, del que responsabilizó a la gripe pertinaz que nos azota. Con todo, sacando fuerzas de flaqueza, articuló por fandangos, tarantas, martinetes, sus cantes predilectos, sus "letrillas", usando una vez más su propia expresión, que no dejan títere con cabeza. También los versos de su admirado Hernández, como la brillante Nana de la cebolla que interpretó con la melodía de Alberto Cortez y Serrat. Cantó Gerena el 28 de febrero frente a una bandera de Andalucía. Al parecer había también en el escenario una enseña de la II República que fue retirada antes de que empezara el concierto, lo que levantó airadas propuestas en un sector del público. De hecho, sonaron vivas a la República, a España, a Sevilla y Andalucía y algunos espectadores se marcharon antes del final.

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