Cultura

La ciudad esculpida por la luz

  • 'Descubriendo Sevilla' se detiene en los detalles de un legado único Jacobo Cortines y Andrés Amorós prologan un libro que pone fin a 10 años de trabajo

Escribió una vez Adolfo Salazar que "Sevilla no existe. / Es una invención de la luz". La idea de un destino que en su claridad y resplandor parece casi creado por estos elementos es, para Andrés Amorós, quizás una de las definiciones más certeras que se han hecho de la ciudad. El crítico literario prologa junto a Jacobo Cortines Descubriendo Sevilla, un nuevo volumen, el tercero y último, de un ambicioso proyecto que ha llevado diez años de trabajo y con el que el editor Pedro Tabernero indaga en los encantos que esconde la capital andaluza desde una mirada que se propone ir más allá de los lugares y motivos más emblemáticos. El empeño ha reunido a un amplio equipo de ilustradores, encargados de reinterpretar el inmenso patrimonio de esa otra ciudad: en las 700 pinturas que reproduce el libro a todo color han participado cinco creadores, Pilar Valero, Jesús Rodríguez Vargas, Roberto Sánchez Terreros, Carlos Muñiz y Juan Romero.

En su texto, Amorós parece suscribir el propósito con el que se gestó la publicación. "Por debajo de los aspectos folclóricos, superficiales, para engatusar a los turistas, existe otra Sevilla medio oculta; mucho más seductora; como la definió uno de sus cantores más sutiles, Joaquín Romero Murube, es una ciudad hecha de secreto interior, de veladuras misteriosas... Luces, brillos, reflejos, dulces penumbras... Más allá de sus edificios o de sus joyas pictóricas y escultóricas, eso buscamos en Sevilla -creo- sus enamorados", opina el erudito, que en su introducción alude a la imagen que de la urbe ha dado la poesía -cita, entre otros autores, a Fernando de Herrera, Cernuda, Aleixandre, Villalón o Montesinos- y analiza también los vínculos de Sevilla con la música.

En sus casi 400 páginas, Descubriendo Sevilla se aproxima a citas como la Velá o la Semana Santa -ésta vista desde una perspectiva singular: con un capítulo dedicado a Cristo en la Cruz y otro sobre los detalles de las cofradías- o revive hitos históricos como la Expo 92 con el trazado de sus edificios más destacados, pero principalmente se detiene a observar esa riqueza en ocasiones desatendida: la cerámica, los suelos, las puertas, los árboles, las fachadas sacras, los abanicos, el puerto de la ciudad o las lunas que toman su cielo forman parte del impresionante recorrido que emprende esta obra.

Un legado maravilloso que, según alerta Jacobo Cortines, corre el peligro de perderse. "Hace años que comenzó la desfiguración de la ciudad", reflexiona el poeta, con tristeza, sobre un espacio que hasta no hace mucho revelaba prodigios insospechados incluso a quienes lo habitaban. Ahora, observa el poeta con la misma pesadumbre, "los desastres proliferan como setas en una ciudad narcotizada por la vulgaridad". Quizás libros como éste ayuden a custodiar sus rincones y costumbres, a mantener frente a tan importante herencia esa sensibilidad con la que los poetas celebraron su grandeza escondida.

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