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Cultura

Tres comedias (sin futuro)

  • 'Casa de mi padre', 'God bless America' y 'The Three Stooges' siguen contribuyendo a expandir la 'Nueva Comedia Americana' desde el pastiche, la sátira o el homenaje.

El esplendor de la Nueva Comedia Americana parece inversamente proporcional a su aceptación o reconocimiento en el mercado español, donde son contados los filmes que se estrenan (y de tapadillo) sin los habituales y dañinos cambios de título o sin ese doblaje libre que suele desvirtuar o truncar buena parte de su singularidad iconoclasta. Recién estrenadas o editadas en DVD en EE.UU., Casa de mi padre, God bless America y The Three Stooges confirman esta nueva era dorada del género a partir de tres modelos bien distintos.

1.Producida por Adam McKay y dirigida por Matt Piedmont, Casa de mi padre supone un nuevo jalón en la biografía corporal de Will Ferrell como icono de la desubicación y el infantilismo en mundos de ficción excesivos e improbables. A la espera de su comeback como el reportero Ron Burgundy, el cómico de la cantera del Saturday Night Live sigue buscando nuevos terrenos fronterizos para la reinvención de su eterno personaje de niño grande, que alcanzó el paroxismo en la desopilante Hermanos por pelotas. Rodada íntegramente en castellano (¡!) y ambientada en un Norte de México de tonos saturados salido de una fantasía kitsch de telenovela barata, Casa de mi padre vuelve a modular asuntos freudianos y edípicos con un Ferrell como hermano tonto-bueno sometido a la disciplina de un padre autoritario (Pedro Armendáriz) y un hermano ejemplar (Diego Luna) cuya esposa vendrá a alterar la paz y el orden del rancho, acosado por la mafia local (Gael García Bernal) y los agentes de la DEA.

Casa de mi padre se desarrolla así entre la delirante palabra atropellada de Ferrell, los paisajes de postal falsa y cartón piedra, el romance de culebrón y el inevitable trayecto de la autoafirmación familiar en el que no faltan hilarantes números musicales, escenas de amor a la luz de la luna e incluso alguna set-piece que hacen de la digresión, el absurdo y el exceso las principales armas para una comicidad fuera de toda ortodoxia.

2. Bien distinto es el camino emprendido por Bobcat Golthwait, viejo conocido como actor de la saga Loca Academia de policía reconvertido en director de culto gracias a World's greatest dad, una comedia negra e incorrectísima, a la hora de retratar la era Obama bajo una mirada satírica y mordaz que emparenta con la mala baba y el tono seco de un Todd Solondz o con los tipos y paisajes suburbanos de clase media tan caros al cine indie.

Lo que arranca como el retrato del oficinista loser caído en desgracia (Joel Murray), toma pronto la deriva de una road movie en la que un padre separado, enfermo, despedido y cabreado y una adolescente rebelde (Tara Lynne Barr) emprenden un viaje por EE.UU. tal que unos nuevos Bonnie & Clyde dispuestos a limpiar el país a punta de pistola de toda la hipocresía, el sensacionalismo y la mentira que han conformado la opinión pública a través de los medios de comunicación. Golthwait atenúa los matices eróticos de la relación para centrarse en la celebración de su exceso con un festivo sentido del ritmo y un cuidado trabajo de diálogos que parece exteriorizar su propia opinión sobre el circo mediático de mediocridad, falsedad y conformismo en el que se ha convertido un país al que, en cualquier caso, sigue amando.

3. The Three Stooges opera también sobre cierta memoria cinéfila pero a partir del homenaje y la regresión a formas cómicas y espectaculares clausuradas. El nuevo filme de los hermanos Farrelly trabaja por primera vez dentro del rango de la clasificación PG (todos los públicos) para abandonar el tono incorrecto y escatológico que los hizo gloriosamente famosos desde los días de Qué pasa con Mary. Se trata aquí de rendir tributo al popular trío cómico The Three Stooges (Los tres chiflados), toda una institución (olvidada) del mundo del espectáculo (en activo desde los años 20 hasta los 70 en sucesivas reencarnaciones) que hizo del humor blanco y del slapshot (tortazos, caídas, golpes y demás humor físico) la esencia de una comicidad emparentada con los modos del burlesco mudo.

Niños eternos en cuerpos de adultos, caricaturas andantes con peinado y aspecto imposible, estos tres huerfanitos arrasarán con todo lo que se pone por delante, también con ellos mismos, para recaudar fondos para un orfanato regentado por unas monjitas entre las que se encuentra nada más y nada menos que Larry David. Golpes, carreras, caídas y un constante desafío de putadas inocentes entre ellos hacen de The Three Stooges un glorioso cartoon de carne y hueso al que los efectos de sonido y un score musical a lo mickey mousing terminan de poner en la órbita del disparate cinético más elemental y primario, el más simple y efectivo.

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