Cultura

El concierto bailado de Mopa

  • El bailarín y coreográfo Juan Luis Matilla estrena este fin de semana 'Da Mopa' en el Central

Juan Luis Matilla, encaramado a una de las vigas del exterior del Teatro Central.

Juan Luis Matilla, encaramado a una de las vigas del exterior del Teatro Central. / juan carlos vázquez

Juan Luis Matilla, lo sabe cualquiera que haya seguido su trayectoria en los últimos 15 años al frente de la compañía Mopa, es uno de esos creadores que necesitan andar siempre "en la frontera de lo que conoces y sabes que funciona y el lío, el enredarte en hacer cosas de las que no estás muy seguro si funcionarán o no". Puestos en esa tesitura, lo cual conduce a "la tensión y el sudor frío" en los días de estreno, para desembocar inexorablemente en el "mierda, para qué me meteré yo en estas historias", ya sólo queda "ir hasta el final con la idea, y además ir a muerte, porque de lo contrario sí que vas a tener un fracaso asegurado", dice el coreógrafo y bailarín nacido en Salamanca pero formado y asentado en Sevilla.

Combinando registros con desparpajo, "forzando los límites" de lo que canónicamente se considera que es o debe ser la danza contemporánea y el teatro, siempre con sentido del humor, con su ya característico toque performático a caballo entre la comedia naif y el delirio psicodélico, Matilla profundiza en su personal lenguaje en Da Mopa, un espectáculo que se verá por primera vez en la sala B del Teatro Central este fin de semana y que responde a la intención de Matilla, que siempre anda persiguiendo "la emoción de inventar cosas o al menos de hacer cosas que no haya hecho antes aunque estén ya inventadas", de "coger la estructura de un concierto y convertirlo en una pieza de danza". El resultado de tal empeño, a buen seguro singular, y ojalá que también "emotivo", apunta él, será satisfactorio si a la gente le acaba entrando "una sonrisa grande por el pecho".

Se ha dicho ya pero se repite porque es importante: que nadie espere un espectáculo de danza al uso. Para empezar, los espectadores estarán de pie durante los aproximadamente 50 minutos que durará la pieza, aunque quien desee sentarse podrá hacerlo en el momento que quiera, ya que habrá sillas a disposición del público. "De entrada", dice Matilla, "puede dar la sensación de que quiero ser agresivo o transgresor, pero no es el caso, es mucho más sencillo que eso: tenía ya la experiencia previa de Sad Dance Therapy, donde no funcionaba que la gente estuviera sentada; aquello pedía otra cosa. La decisión de plantear de este modo Da Mopa se debe a eso, a que era necesaria otra actitud para ver el espectáculo, más activa y también en cierto modo más festiva. Además, los géneros musicales que se trabajan en la pieza son electrónicos en general, house, techno, cumbia digital, versiones de canciones como Forever Young de Alphaville o Enola Gay de O.M.D. o unas sevillanas electrónicas, es decir, tienden a la música de baile, que no casa bien con estar sentados. De todos modos, tampoco se trata de montar una sala de conciertos ni de recrear una discoteca, sino de poner al público en una situación y pedirle una cierta actitud".

El público encontrará en Da Mopa a un tipo que busca desesperadamente el reconocimiento musical, de ahí el peso específico que la música -compuesta por el mismo Matilla, pertrechado de sintes y una caja de ritmos- tiene en esta ocasión. El personaje está inspirado en una anécdota que contó en un libro la directora teatral y de ópera Anne Bogart: "Hablaba de un amigo actor, pero que quería ser músico. Se preparó un repertorio, reunió una banda, convocó a la gente, alquiló un sótano para dar un concierto, hizo todas las poses de las estrellas de rock... y aquello fue horrible, un fracaso estrepitoso". Esa historia, con "ese aroma de fracaso", sedujo a Matilla, interesado como se ha dicho ya en esas tesituras en las que uno mismo se obliga a caminar por una cuerda floja, entre la audacia y la posibilidad de caerse.

Confabulados para que esa segunda opción no entre en la ecuación, en las dos funciones participarán varios artistas invitados para cantar y bailar con él, que prefiere preservar la sorpresa.

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