Una cabeza de Astarté, del siglo V a. C., una obra de terracota de origen fenicio-púnico, es la pieza más antigua de la exposición con la que la Fundación Cajasol muestra desde ayer en la Sala Murillo sus fondos de escultura. Creaciones de autores como Elena Asins, Antonio Sosa, Juan Romero o los MP & MP Rosado, entre otros, forman parte de un impresionante patrimonio artístico poco divulgado hasta ahora. "Cuando se nos planteó la posibilidad de hacer una relectura de los fondos de escultura de la fundación", explica Iván de la Torre, comisario de la muestra junto con Juan Ramón Rodríguez-Mateo, "nos pasaba lo mismo que a otros: desconocíamos cuáles eran esos fondos", reconoce.

Aunque en la selección final -unas 40 piezas de las 300 que pertenecen a la fundación- conviven autores del XVIII (Jean-Baptiste Pigalle, autor de un majestuoso Centauro con Cupido) o el XIX (Henri Alfred Jacquemart, Busto de dama como Flora) con artistas de las últimas generaciones como Federico Guzmán (Mata de nombres), Javier Arce (Prototipo de cosa inútil), o ese fértil grupo que fue la Richard Channing Foundation (La Custodia del Cubata), los comisarios descartaron articular un itinerario desde "una lectura temporal". En primer lugar optaron por emprender un estudio en torno al conjunto y analizar "aspectos como los materiales, las fechas de las obras, algunas atribuciones erróneas". Entre estos equívocos mantenidos a lo largo de siglos estaría la descripción de una escultura del XV que hasta ahora se creía un San Miguel Arcángel "y que probablemente será un San Jorge y el dragón".

25 siglos. La escultura en la Colección de Arte de la Fundación Cajasol, que abre sus puertas hasta el 5 de marzo, propone en sus salas una serie de cruces entre tiempos y estilos. "Nosotros tenemos un planteamiento previo a la hora de disponer las obras, pero ya sobre el terreno unas quieren estar junto a otras, para tirarse una piedra o para amarse". Este diálogo se da, por ejemplo, entre una Virgen con niño, una madera policromada del siglo XIV, que parece reflejarse en otra escena maternofilial de idéntica serenidad, un bronce de Antonio Gavira, ya del siglo XX, Nana-recogimiento.

En la muestra destaca En el estudio: mesa y repisa (2002), un sobrio y espléndido trabajo de Carmen Laffón que, cuenta De la Torre, "no se había mostrado nunca en Cajasol, y es una propuesta muy interesante, en la que la artista traslada a las tres dimensiones toda esa intimidad y sutileza que recoge en los cuadros".

En 25 siglos no faltan sólidos ejemplos de la escultura más convencional -como un busto de José María Pemán firmado por Juan Cristóbal o la sugerente Niña de la piedra de Juan Luis Vassallo, una escena aparentemente inocente que encierra inquietantes interpretaciones por su fecha de realización, en plena Guerra Civil-, pero se advierte el interés de los responsables de la muestra por señalar la radical reinvención del género. Piezas como El guante, de los MP & MP Rosado, la deliciosa San Francisco Molina tomando el sol en el campo, de Paco Molina, La casita del bosque, de Alfredo Alcaín o collages de Gerardo Delgado plantean el debate. "Queríamos preguntarnos con esta exposición qué es la escultura. ¿Puede serlo un boceto de algo que igual no se materializa, por ejemplo? En nuestros planteamientos, nosotros hemos trabajado con los collages, la escultura y la instalación".

Una de las primeras obras que se exhibe, Ciudad sin héroes, de Fernando Sánchez Castillo, parece cortar el paso al visitante, una decisión que para Rodríguez-Mateo simboliza la voluntad reflexiva del proyecto. "Muchas veces se nos olvida que lo que debemos hacer quienes estamos en la intermediación de lo contemporáneo, del arte, es plantear preguntas más que ofrecer respuestas. Esa es nuestra función: poner en valor la obra y hacer que el público se interrogue. Colocando la escultura de Sánchez Castillo en esa posición, ponemos una pieza incómoda en el camino para que la gente se cuestione. La realidad del arte, y de la escultura, es enfrentarnos a nosotros mismos".

En la inauguración de 25 siglos, el presidente de la Fundación Cajasol, Antonio Pulido, anunció que a partir de este 2017 todas las exposiciones vuelven a ser gratuitas, porque "hay que facilitar el acceso a la cultura en todos sus ámbitos".