Crítica 'Aprendiz de gigoló'

Ellos se divierten, nosotros no

Aprendiz de gigoló. Comedia, EEUU, 2014, 98 min. Dirección y guión: John Turturro. Fotografía: Marco Pontecorvo. Música: Abraham Laboriel. Intérpretes: John Turturro, Woody Allen, Sharon Stone, Sofia Vergara, Vanessa Paradis, Liev Schreiber.

John Turturro es un actor limitado y un mal guionista y director. Pero está muy bien relacionado y tiene prestigio gracias a haber trabajado con Scorsese, Lee, Allen y, sobre todo, los Coen. Además debe de ser un tipo simpático y un amigo de sus amigos que logra grandes repartos para sus mediocres películas. En este caso lo que consigue es el casi imposible logro de que Woody Allen trabaje como actor a sus órdenes -en los últimos 20 años sólo ha actuado en películas de otros directores dos o tres veces- y que le acompañe en el reparto Sharon Stone. El guión, del propio Turturro, tiene un arranque prometedor -dos judíos estrafalarios se dedican a la prostitución masculina, Allen como imposible proxeneta y Turturro como difícilmente creíble gigoló- pero un desarrollo desastroso.

Turturro no opta ni por la comedia disparatada (única salida posible para hacer creíble que Sharon Stone y Sofía Vergara paguen para acostarse con Turturro) ni por el autoparódico humor judío (el enfrentamiento entre el representante, el representado y la comunidad), que eran las dos únicas posibles vías de salida. En realidad no opta por nada, logrando una comedia sin gracia, una extravagancia sin locura, un humor que no hace reír, una crítica del racismo o la intransigencia que no convence, una medida procacidad resuelta en grosería, un allenismo que no cuela aunque aparezca el propio Allen y se oiga muy buen jazz. Al final queda un juego entre colegas que deja fuera al espectador. Ellos se lo pasan mucho mejor que nosotros.

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