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Cultura

Aunque el dramón se vista de seda

Texto y dirección: Antonio Onetti. Reparto: Cayetana Guillén Cuervo, Antonio Valero, Ricard Borrás, Verónika Moral, Jaume García, Sebastián Haro, Jaime Menéndez, Lara Grube. Escenografía: Ana Garay. Vestuario: Miguel Ángel Milán. Lugar: Teatro Lope de Vega. Fecha: viernes 25 de abril. Aforo: Lleno.

Si no supiese que Amar en tiempos revueltos es una serie de televisión -y no es que yo sea más listo que nadie-, pensaría, ante esta adaptación que Antonio Onetti ha realizado para el teatro, que la historia se merecería un buen dramón de esos de sobremesa; un dramón capaz de estirarse y estirarse y capaz de lucir, con más o menos dignidad, todas las subtramas que los guionistas fuesen capaces de imaginar.

O sea que la historia es lo que se espera, varios conflictos familiares y morales tratados desde un punto de vista sentimental y un poco cursi. Tenemos el crecimiento personal de la mujer dentro de un matrimonio del régimen franquista, el represaliado que es incapaz de doblegarse nuevamente ante el tirano fascista, la compañía de teatro que levanta todas las noches el telón a pesar de que los falangistas revientan las funciones. Sí, es una visión un tanto maniquea de la época, pero este tipo de melodramas son un subgénero que cuenta con estas simplicidades y estas fórmulas que debemos aceptar para no salir disparados del teatro. Doblegémonos nosotros, sí, a estas características y reconozcamos méritos en la estructura de la obra, en los trabajos de escenografía y vestuario, en las actuaciones que, sin ser maravillosas, son adecuadas para los arquetipos que asumen los protagonistas. Claro que luego tenemos en el otro plato de la balanza: unos parlamentos que explican y se alargan más de lo necesario, monólogos envarados y demasiado tono panfletario.

Al final, la obra se alarga tristemente en el intento de cerrar todas las historias creadas y de demostrar el amor por el teatro que sienten todos los actores, una triste constante a lo largo del texto.

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