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Cultura

Los hijos de Dominique

Habremos de darle de nuevo la razón al clásico: de aquellas pobrezas hasta las presentes miserias. De Dominique Abel a Ethan Margolis, productor de este disco y DVD, pasando por Trina Bardusco. Me refiero a la filmografía foránea contemporánea sobre el flamenco. La Abel, a pesar de sus deficiencias técnicas, estéticas y literarias, no digo yo que sea una directora de cine, pero al menos tenía guión, buenos cantes y cámaras.

El DVD que nos ofrece Margolis, con la excusa de la espontaneidad, no tiene la calidad de algunos vídeos caseros. Una película de 20 minutos en la que una cámara en mano persigue al cantaor por un pueblo desangelado y paupérrimo (¿es la Lebrija de hoy, o la de Azorín?) al tiempo que El Funi apunta entre lenguas falsos tópicos (que también los hay), cantes y bailes. Tiene su público en su pueblo (digo los USA y aliados), pero resulta estomagante el paternalismo y la inaceptable teoría del buen salvaje: los gitanos andaluces son uno de los pueblos más civilizados del planeta, como no podía ser menos. Lo cual no quiere decir que sean menos salvajes que usted o yo. Falsa nostalgia, falso costumbrismo. Y encima, con precariedad de medios y enteros.

El vídeo es intolerable y el CD algo menos. El Funi es un cantaor escaso de facultades aunque pleno de sabor: su mensaje queda manifiesto sobradamente en las bulerías. Lo demás (seguiriyas, soleá, etcétera) es reiteración absurda.

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