Crítica de Flamenco

Una historia de riquezas

Empezar una nueva etapa siempre es complicado. Y hacerlo basándose en la figura de Silverio Franconetti, un personaje inquieto y con una ajetreada existencia, más si cabe. Pero como ya había anunciado Rafael Estévez, flamante director del Ballet Flamenco de Andalucía (BFA), no se trata de recrear literalmente la vida del cantaor sevillano, sino de acercar a la actualidad todo su legado.

Mediante una fantasía coreográfica, musical y flamenca ...Aquel Silverio recorre diferentes etapas y momentos de la historia, siempre bajo una idea fija, crear un ambiente concreto y que en esta ocasión Estévez y Paños han forjado en torno a los tonos grises y opacos (quizás en exceso). Por ello, en muchas ocasiones da la sensación de estar viendo esas películas en sepia de principios del siglo XX.

Fieles a su filosofía, si por algo destaca este nuevo montaje es por su riqueza musical y dancística. Centrándose en etapas flamencas y preflamencas, la propuesta del BFA aglutina una amalgama de sonidos, estilos y variantes musicales que demuestran una vez más que a veces, más que inventar y versionar sin criterio, es necesario echar la vista atrás y recuperar cantes en desuso para comprobar los tesoros que existen en nuestra cultura.

Por eso, la obra es un constante examen a los miembros del ballet, ya no sólo a nivel cantaor, donde se requiere una versatilidad importante, sino también a los bailarines y bailarinas, a los que se les exige una completa concentración para no perder la estela y mantener el hilo conductor del espectáculo. Escuela bolera, trabajadas coreografías grupales o escenas de ingenio (como la alegoría de la corrida de toros o el ejército, dos de las etapas de la vida de Franconetti, que fue picaor en América y perteneció al Ejército uruguayo) son algunos de los pilares en los que se apoya el baile.

Con una cuidada puesta en escena, y transiciones sutiles, ...Aquel Silverio, en otro de los sellos Estévez&Paños, pasa por los jaleos, por el polo, la rondeña, la caña, la serrana, la soleá apolá o las peteneras, en ocasiones siguiendo patrones tradicionales y en otras camufladas bajo ritmos más bailables. Ello hay que achacarlo a la creatividad de Jesús Guerrero, autor de la música, que ha sabido captar a la perfección el lenguaje a exhibir.

A lo largo de las casi dos horas de montaje, hubo tiempo también para ver en escena al propio Estévez, encarnado en el papel de Silverio, para sorprender al público con el cante del bailaor Alberto Sellés, muy aplauido, para comprobar las maneras de Macarena López, elegantísima y Sara Jiménez, para apreciar la depurada técnica de Nani Paños, y para disfrutar de la vocalización y exquisitez cantaora de Sebastián Cruz, una voz metódica y trabajada que mantuvo el tipo toda la noche, en especial en el cabal de Silverio, de enorme complejidad. La obra plasma a la perfección todo lo que se requiere de un ballet, que no es otra cosa que preservar y difundir el patrimonio y riqueza con una base sólida.

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