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KEVIN JOHANSeN. cantautor

"Es importante no ser un 'cansautor', la fiesta es una forma de protesta"

  • El artista argentino cierra esta noche en la Sala Fanatic su gira europea de 'Mis Américas', un álbum de canciones "pro-fiesta" que "celebra las diferencias" e invita a "torcer a favor"

El músico Kevin Johansen (Fairbanks, Alaska, 1964).

El músico Kevin Johansen (Fairbanks, Alaska, 1964). / d. s.

Escribe uno de sus seguidores en el hilo de uno de sus vídeos de Youtube que Kevin Johansen deja "esa sensación del dolor de muela que se fue hace un ratito", encontrando en este símil la mejor forma de explicar el regusto entre reconfortante e incómodo por el que identifican su música.

Un sello alejado de etiquetas que hace un año cristalizó en Mis Américas. Volúmen 1/2, un álbum nominado a los Grammy Latino, en el que este cantautor argentino nacido en Alaska acude al humor, la crítica y la reflexión para "celebrar las diferencias" de su continente desde Barranquilla a Nueva York. Esta noche (22:00) lo presenta en la Sala Fanatic junto a su banda The Nada.

-Madrid, Barcelona, Valencia, Murcia y hoy Sevilla, donde cierra su gira europea, ¿cómo está siendo el reencuentro?

-Con mucha alegría de volver al calor de la madre patria y hacer esta especie de sándwich ibérico [risas]. Además está siendo muy bonito porque hay reencuentro pero también encuentros con nuevos públicos de ciudades en las que nunca habíamos estado. Y luego, acabar en Sevilla... Llevo muchos años sin ir y estoy deseando.

-Esto tras más de un año de gira por toda América, ¿había ganas de parar?

-Bueno, sí que está siendo un poco como la gira sin fin de Bob Dylan [risas], pero la verdad es que vamos donde nos invitan y, afortunadamente, lo hacen en muchos lugares nuevos. Este disco nos está abriendo muchas posibilidades y se está expandiendo de un modo muy orgánico, así que nosotros encantados.

"Con los años, el que no encontraran la batea donde ubicar mi música se convirtió en una ventaja"

-Un álbum que va del bolero al country pasando por la cumbia, la bachata o el folk. ¿Cómo resume sus Américas?

-Al final esto me tocó por mi familia. Tuve la suerte de tener una madre muy melómana que escuchaba mucha música. Estábamos en Alaska y era el momento del boom del folclore americano del norte, aunque también estaba muy en boga el folclore latinoamericano y en casa entraban las músicas del Caribe, de Brasil, y muchas otras, porque también se ponía una chanson francesa o Manitas de Plata... De todas formas, no creo que estos discos difieran mucho de lo que cualquier latinoamericano podía tener en su familia, con el agregado, eso sí, de que mi madre era muy latinoamericanista y mi padre muy gringo.

-¿Es esta mezcolanza lo que le ha llevado a autodefinirse como un Des-generado?

-Sí, claro. Este último disco es precisamente una celebración de las diferencias que se dan en un territorio tan vasto como América donde, sin embargo, hay elementos unificadores, como el español, que se habla también en Estados Unidos o Canadá. Y, cómo no, la música que, como dijo el senegalés Youssou N'Dour, es el primer idioma. La música sale, unifica y no pide divisas ni pasaportes. Celebro esas diferencias e invito, por tanto, a que nos conozcamos, porque es la mejor forma de romper los prejuicios.

-De hecho, al otro lado del charco escuchamos Torcer a favor y suena absolutamente cercana, ¿qué está pasando?

-Totalmente. Es en un momento en el que quería decir esto porque estamos en un mundo en el que muchos, un cincuenta por ciento, está queriendo torcer en contra, poner murallas y levantar muros. Creo que hace falta hacer el esfuercito de torcer a favor, y quizás por eso se ha convertido en el mensaje prioritario.

"Si nuestros padres fueron unos rebeldes, a nosotros, ahora, nos toca cantar sobre las libertades que lograr"

-¿Es más difícil decir algo en la música cuando uno no pertenece a un género?

-Es la historia de mi vida. Desde que empecé, la gente de la industria me decía que era muy difícil encontrar la batea donde ubicarme. Así que me acostumbré a ello y, con los años, lo que parecía ser una desventaja se convirtió en una ventaja. Y ahora me dicen que eso es ser único, que no tienes competencia... Favorable o no, en ningún caso fue especulado, surgió de forma natural. Amo toda la música y además no hago géneros desconocidos para mí sino que, como dije, ya estaban en mi casa.

-En este sentido, ¿cuál es el filtro que le pone a las canciones?

-Me gusta ser un artista permeable. Pertenezco a una generación con una herencia musical muy profunda. Nuestros padres fueron unos rebeldes, que lucharon y se jugaron el pellejo por conseguir la paz y defender los derechos humanos. Soy muy consciente de esa herencia, por eso no podría cantar a la libertad como un Serrat, un Silvio Rodríguez o un Víctor Jara porque sería demagógico. Tuve la suerte de cerrar la noche musical cuando se votaba la Ley del Matrimonio Igualitario en Argentina y fui consciente de que lo que ahora nos toca es cantar sobre las nuevas libertades que conseguir.

-Aunque en su caso, tras la crítica siempre se esconda el optimismo, ¿es la ironía su refugio?

-Por momentos, sí. En la antigua Grecia el drama y la comedia eran ponderados por igual, pero en algún momento el drama secuestró el prestigio. Precisamente Cortázar destacó el uso de la ironía en los novelistas anglosajones, como una forma de tirar por abajo la zancadilla. Pero parece que los escritores latinoamericanos tenían un mayor temor a no ser tomados en serio... Sinceramente, lo que me parece importante es no convertirse en un cansautor, como aconsejaba Rubén Prada a los jóvenes. Porque desde luego, si yo cantara como hace 40 años, lo sería. La libertad es una forma de protesta y la fiesta también puede serlo. Podríamos decir que hago canciones pro-fiesta.

-¿Comparte entonces lo que dice Jorge Drexler de que para componer se necesita un mínimo de esperanza?

-Por supuesto. Hay que tener ilusión, ganas de sorprenderse. Tocar un nervio nuevo que pueda también contagiar a otro. Creativamente soy muy amigo del caos pero compartirlo luego es fantástico y lo hacemos para conectar.

-Y para compartir lo más cercano...

-Totalmente. Si hay un ejemplo de compositor cabal es Caetano Veloso, que en una pincelada te pinta cómo es una ciudad e imprime su ideología sin sentar cátedra ni hablar desde un pedestal. Esto me interesa. La búsqueda de la belleza en lo más cotidiano. Si estoy contento con la colaboración de Marcus Mundstock de Les Luthiers en la Bach-ChataHabladurías es por eso. Porque su humor machaca las miserias humanas.

-Una mirada que comparte con Kiko Veneno, junto al que se dio a conocer en nuestro país. ¿Qué encontró en él?

-Lo vi por primera vez en un recital en el que coincidimos en Canarias y 15 minutos después ya me vi atraído al escenario por este personaje tan apacible, tan atractivo, que es Kiko. Me gusta mucho cómo te sugiere, cómo te susurra con su música. Después fui sabiendo mucho más de él y la verdad es que fue una experiencia fantástica compartir esa rumbita, Desde que te perdí. Lo llamaré a ver si anda por Sevilla.

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