Crítica de Teatro

La insufrible verdad

Hoy cuesta imaginarlo, pero Arte fue una de las obras más traducidas y representadas en el mundo durante los primeros años noventa. José María Flotats se enamoró de ella y la presentó por primera vez en España, antes de terminar el pasado siglo.

Sus tres personajes han sido interpretados siempre por grandes actores, como los que asumen la actual versión, sin duda alguna. En realidad, Arte les ofrece un montón de posibilidades expresivas ya que el núcleo de la misma no es la anécdota (Sergio ha comprado un cuadro completamente blanco por una cifra escandalosa en opinión de sus amigos), ni tampoco la posible polémica sobre lo que es arte y lo que no lo es -ha llovido tanto en estos años...- sino el abanico de emociones y sentimientos que van surgiendo en cada uno al confrontarse con las verdades de los demás.

La pieza se sostiene por el buen trabajo de los actores y el oficio del director

No hay otra acción en la obra, que se sostiene gracias también al oficio de Miguel del Arco, que plantea un teatro dentro del teatro del que todos entran y salen cuando lo necesitan durante el sociodrama (algo artificioso y sin móviles que lo interrumpan) que plantea Yasmina Reza. Un duelo a tres en el que cada uno va proyectar en los otros su propio malestar pasando de la intransigencia a la violencia, de las mentiras piadosas a las verdades más insufribles.

Tres personajes muy definidos, y en cierta medida bastante previsibles, con los que todos podríamos identificarnos, sobre todo con el conciliador, Iván, que alivia las tensiones de vez en cuando con sus dotes humorísticas.

Un buen ejemplo de cómo el ego puede arruinar una amistad, e incluso la vida.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios