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Cultura

La invención del artista

  • 'Las raíces del Romanticismo'. Isaiah Berlin. Trad. Silvina Marí. Taurus. Barcelona, 2015. 240 páginas. 18 euros.

Taurus recupera, muy oportunamente, las cinco conferencias que Berlin impartió en la primavera del 65 en la National Gallery of Arts de Washington. Conferencias recogidas bajo el epígrafe de Las raíces del Romanticismo, y cuyo interés, cuyo fértil magisterio, distan mucho de haberse agotado medio siglo después de su lectura. Según recuerda su editor, Henry Hardy, en el prefacio, Berlin tomó estas conferencias, elaboradas con multitud de notas, como el germen de una gran obra sobre el periodo romántico que nunca llegó a elaborarse. Aún así, Las raíces del Romanticismo, junto con el estudio dedicado a Hamman y los artículos sobre la figura de Herder, pueden dar una idea, siquiera aproximada, de la envergadura y la ambición de aquella malograda empresa.

La tesis fundamental defendida aquí por Berlin es la de que el Romanticismo supuso una profunda ruptura, no sólo con la tradición inmediata de la Ilustración, sino con la secuencia lógica, racionalista, inaugurada por la filosofía griega. Dicha ruptura, cuyo origen Berlin halla en el pietismo alemán de finales del XVIII, viene apoyada en dos fenómenos de gran alcance: la importancia de la voluntad en Kant y Fitche, y la negación de una realidad unitaria, cognoscible, universal, según se desprende de Hamman y Herder. De la colusión de ambos fenómenos nacerá tanto el desprestigio de las Academias como la consabida efigie, entre agitada y perpleja, del artista moderno. Así, a la voluntad extrahumana del nuevo Prometeo, deben añadirse su búsqueda de la originalidad y el deprecio del mundo circundante, esclerotizado y fosilizado por las ciencias. Según Berlin, de esta doble proyección nacerán, de igual modo, el nacionalismo, el relativismo, el historicismo, el existencialismo y una considerable porción de asuntos que todavía nos atañen estrechamente.

En cualquier caso, la característica más notable de este magnífico libro es su claridad expositiva, sin merma alguna de profundidad y rigor. La naturaleza misma de las conferencias así lo exigía, y es ahí donde vemos brillar a un Isaiah Berlin que añade, a una formidable sagacidad, a una erudición irreprochable, la preciada cortesía de la ligereza.

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