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El largo autorretrato de Ocaña

  • El Espacio Turina acoge la primera gran muestra del transgresor artista en Sevilla

  • Se reúne casi al completo su obra en acrílico, pocas veces exhibida

Un visitante pasea delante de algunos de los lienzos de Ocaña dedicados a las devociones religiosas.

Un visitante pasea delante de algunos de los lienzos de Ocaña dedicados a las devociones religiosas. / FOTOS: VÍCTOR RODRÍGUEZ

Toda la obra de Ocaña es, podríamos decir, un largo autorretrato. Hizo de su existencia un arte que tardó tiempo en concretarse. Pero cuando halló la forma y el sentido se presentó como una de las voces más emblemáticas y poderosas del underground español. "Ir desnudo es como romper cosas. A mí me gusta romper cosas", dijo en alguna ocasión. Él, que dejó atrás el mundo de las normas, estuvo fascinado por los márgenes. De ahí esa forma de cuestionarlo todo. De ahí la pureza. De ahí el temblor. De ahí esa belleza en crudo que todavía propone.

La exposición Ocaña. La pintura travestida, que desde anoche puede verse en la Sala Atín Aya del Espacio Turina, plantea una aproximación a la obra del artista muy centrada en su producción pictórica. Se trata de un total de 70 piezas, todas custodiadas durante años por la familia. Ahí están, por ejemplo, sus devociones. También su obsesión por los entierros. "Una vez escribí mi entierro. Me llevaban cuatro jóvenes guapos y todo un coro de gente con velas y cantando (…) Por fin lo he pintado", anotó sobre el lienzo Premonición, pintado un año antes de morir, que preside la última sala de la muestra.

IU llevará al pleno del viernes una moción urgente para que se dé su nombre a una calle

Pero, sin duda, la cita tiene uno de sus puntos de interés en la exhibición de la producción en acrílico de Ocaña. Son piezas de gran formato que ejecutó ya al final de su vida. Este conjunto, que se ha mostrado públicamente en contadas ocasiones, es de lo mejor de su obra pictórica. "A pocos meses de fallecer, su pintura experimenta un cambio sustancial en cuanto a color, soltura en la pincela y composición gracias al uso del acrílico, que le permite inmediatez, limpieza y ritmo", asegura José Naranjo Ferrari, comisario de la exposición junto a Joaquín Recio.

A la espera de la inauguración de su museo en Cantillana, localidad natal del artista, Ocaña. La pintura travestida es, de algún modo, el fin de trayecto de un programa de divulgación de la obra de Ocaña que ha llevado sus lienzos, a lo largo de los últimos meses, a Castro del Río, Casares, Conil de la Frontera y Córdoba. "Ciertamente no se le puede entender sin ese volcán creativo que le hacía considerar las exposiciones como lugares habitables, o llenos de decorados efímeros de papel maché... Sin duda, era un artista pleno y su vida estaba rodeada de su intuitiva mirada de artista", expone Recio.

Paradójicamente, se trata de la primera muestra dedicada a Ocaña en Sevilla, donde nunca expuso. Ni siquiera después de su muerte. En ocasiones, por desinterés. Otras, por mala fortuna. Su obra sí se pudo ver parcialmente en exhibiciones que han repasado el arte de su tiempo. La más completa, sin duda, la producción de Pedro G. Romero Vivir en Sevilla, realizada a comienzos de 2005 para el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo (CAAC). También la galería Cavecanem, regida por Fernando Roldán -amigo del artista-, ha colgado en estos últimos años piezas con su firma.

Con todo, Ocaña agitó la Sevilla de finales de los setenta. Es recordado su papel estelar en el carnaval de la Alameda de 1979. La fiesta terminó prohibida por el Gobierno Civil ante el escándalo originado por un cartel que, utilizando el escudo de Andalucía, representaba "a Hércules como un maricón rampante y a los leones mitológicos como dos perros sarnosos", según informó la prensa más conservadora. Él, a modo de protesta, defecó en la puerta del Ayuntamiento, ha recordado Nazario. Meses antes, en agosto de 1978, el artista recorrió la calle Sierpes "vestido con pantalones de satén blanco, botas negras, amplia chaqueta de hilo y su inconfundible bombín, del que colgaban plumas y flores". A la altura del Círculo Mercantil, cantó el cuplé El Relicario. "Y las palmas echaban humo", recoge la crónica periodística.

En paralelo a la exposición del Espacio Turina, el grupo municipal de IU propondrá en el pleno del próximo viernes, a través de una moción urgente, que se rotule una calle de la capital hispalense con su nombre. "Entendemos que Sevilla podría celebrar el setenta aniversario de su nacimiento y dar un paso más en el reconocimiento a la vida y obra de Ocaña dedicándole una calle a este pintor que tanto amó la libertad, la vida y a esta ciudad", señaló ayer el portavoz municipal de IU, Daniel González Rojas.

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