Cultura

La magia creadora de la soledad

Entre tanta megalomanía y tanto ruido, blanco o negro, que nos adormece cada día hasta impedirnos percibir los pequeños detalles que nos rodean, siempre es un placer asistir a un trabajo como el de Playground, una joven compañía que se ha especializado en algo tan insignificante a simple vista como la manipulación de objetos cotidianos.

Como en la Alicia de Carroll, Xavier Bobés, protagonista absoluto de la pieza El rey de la soledad, nos muestra primero sus pequeños juguetes para luego acercar el foco y convertirlos en objetos a escala humana; en un espacio real y soñado al mismo tiempo en el que, sin palabra alguna, nos comunica la magia irresistible que puede tener la soledad.

Muy sofisticado desde el punto de vista técnico, el espectáculo está sostenido por dos elementos maravillosamente utilizados: la banda sonora, mezcla de sonidos reales procesados electrónicamente y música de piano en la segunda parte, y una iluminación que crea los encuadres que quiere y dirige nuestra vista en cada momento a donde le interesa. Ambas cosas actúan directamente sobre unos muebles de madera ajados con cajones que se abren para descubrir mundos imprevistos (fotos antiguas, relojes, tazas de café, muñecos...) en los que reina sin límites el hombre que los maneja. En su universo fuera del tiempo, no nos asombra que robe billetes y vomite calderilla, que dialogue en silencio con una máscara o que persiga animales extinguidos por debajo de la mesa.

Pero lo mejor de la pieza no es el disfrute de Bobés con su personal y poético lenguaje. Es que nosotros, desde el patio de butacas, también sentimos que podemos entrar en ese mundo, algo melancólico y amarillento, que se presenta ante nuestros ojos y, tras admirar su preciosismo gastado, siguiendo el hilo de nuestros pensamientos, llenarlo de recuerdos y significados.

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