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Cultura

La mágica noche soñada por Los del Río

¿Qué artista, minutos antes de un concierto, abandona su camerino para atender, a las puertas del recinto que le acoge, a los medios de comunicación? Alguien generoso, sin duda. Como Antonio y Rafael, Rafael y Antonio, tanto monta, quienes, juntos, repasaron ayer lo mejor de su trayectoria en un concierto especial que acogió el Teatro Lope de Vega.

Dispuestos a entregarse en cuerpo y alma, como si fuera aquella vez primera de la Feria de Abril de 1964 que marcó su posterior destino, los de Dos Hermanas se presentaron ante el público, igual que entonces, sólo con una guitarra y sus voces. Así, a medida que fueron avanzando las primeras notas de la velada -un popurrí de sevillanas-, se fueron incorporando el maestro al piano, la percusión, las dos chicas del coro... Así, hasta completar un conjunto bajo el que desgranaron versiones en rumbas y bulerías como las de Grande, Que no se rompa la noche o Me va me va.

Éxitos de hoy y de siempre a los que se sumaron otros cuyas letras les convierten en unos de los mejores embajadores con los que cuenta nuestra tierra. Esos que nunca se casan de decirle a Sevilla, y a Andalucía, los rincones tan hermosos que tiene y las mujeres tan guapas que aquí nacen. Además, Triana, el Gran Poder, la Giralda, la Torre del Oro o el Rocío. Tópicos típicos que nunca pasan de moda y que se sienten con más fuerza aún cuando salen de gargantas tan flamencas. "No tenemos que decirle al mundo lo que somos", comentaba Antonio sobre el escenario con las palmas a compás como un fondo con el que fantasean todo aquel que actúa para nosotros. "Ésta es la noche con la que siempre hemos soñado", apuntillaba Rafael agradeciendo la asistencia general.

Por lo demás, poco hay que aportar a un estilo tan conocido por todos que casi no precisa explicaciones. Con sus voces en buen estado, Los del Río celebraron cuatro décadas sobre los escenarios sin olvidar Sevilla tiene un color especial y, sobre todo, Macarena, éxito con el que conquistaron el mismo mercado americano al que, según contaron, vuelven ahora para grabar de nuevo, de la mano de Jon Secada, la historia de "la novia de Vitorino".

Al final, inmersos ya los espectadores en su terreno, con la Blanca Paloma en procesión en la pantalla trasera dispuesta para la ocasión, sonaron los acordes de Gloria, plegaria de Manuel Pareja Obregón que, con sus "olés, olés" convirtió el interior del recinto en una prolongación de la aldea almonteña. Un espectáculo que constituyó un buen tributo para unos profesionales que saben transmitir la alegría que, para ellos, supone cantar y, más allá, hacer feliz a la gente. "¡Aayy!"...

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