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Cultura

El milagro de Woodstock

  • Se publica un disco resumen de los tres días que pusieron banda sonora al movimiento 'hippie' · 450.000 personas asistieron a un festival que cerró la guitarra de Jimi Hendrix

40 años después, la mística de Woodstock mantiene un envidiable estado de salud. El festival que puso banda sonora a toda una generación, y que se ha perpetuado como hito cultural, recibe homenaje con Woodstock 40 (Rhino), un doble CD que resume parte de aquellos tres días que marcaron el cénit del movimiento hippie. La selección, que se publica esta semana en España y recoge a artistas como Richie Havens, Janis Joplin, The Who o Jefferson Airplane, no ha escapado a la tentación de incluir los dos momentos estelares del evento: la voz rasgada de Joe Cocker cantando With a Little help from my friends, y el solo de guitarra en el que Jimi Hendrix distorsionó para la historia el himno americano.

La eléctrica interpretación del Star splanged banner puso a Woodstock un broche de oro con el que sus organizadores, vistas las circunstancias que acompañaron el devenir del festival, ni tan siquiera soñaban. De hecho, que Woodstock se convirtiera en realidad bien podría calificarse de milagroso. La organización corrió por cuenta de John Roberts, Joel Rosenman, Artie Kornfeld y Michael Lang, el mayor de los cuales contaba 26 años y fue el primero, heredero de una gran fortuna, el que hizo frente a las necesidades económicas.

Rosenman había cerrado un acuerdo para que The Woodstock Music & Art Fair se celebrase en Wallkill, una localidad a 50 minutos de Bethel. Pero en julio, apenas un mes antes del festival, las autoridades locales cancelaron el contrato, temerosas de que hordas juveniles arrasaran su idílico municipio. Entonces apareció la mano salvadora de Elliot Tiber, un pequeño empresario que vivía cerca de Bethel. Tiber puso en contacto a Michael Lang y Max Yasgur, por entonces el mayor productor de leche del condado de Sullivan y poseedor de enormes extensiones de terreno. La organización y Yasgur no tardaron en cerrar el trato, comenzando de inmediato las labores para acondicionar el emplazamiento.

Exceptuando a los músicos, muy pocos cobraron por su trabajo en Woodstock. La incertidumbre se extendió a los artistas, muchos de los cuales se mostraban reacios a actuar. La contratación de Jefferson Airplane, el grupo de rock psicodélico del momento, terminó de animar al resto de grupos invitados. Fuera como fuese, Woodstock arrancaría el 15 de agosto, y, al contrario que en Wallkill, las autoridades de Bethel no hicieron nada por impedirlo. El miércoles 13 ya habían acampado unas 40.000 personas en los campos de Yasgur. Las expectativas de la organización oscilaban entre los 200.000 y los 250.000 asistentes. Nada hacía prever la avalancha humana que congregó a casi 450.000 espectadores. Además, nadie se percató de la ausencia de taquillas, y ante la imposibilidad de desalojar a todos los espectadores que ya habían entrado, los responsables del evento no tuvieron más remedio que declararlo gratuito, poniendo la primera piedra del desastre económico.

Lo ocurrido en el transcurso del 15 al 18 de agosto es de sobra conocido: grandes actuaciones, sí, pero también falta absoluta de condiciones higiénicas, alimentarias y de seguridad. El festival se saldó con tres muertes -dos por sobredosis- y dos nacimientos.

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