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Cultura

La obra fantasma

  • 'EL FUEGO Y EL RELATO'. Giorgio Agamben. Trad. Ernesto Kavi. Sexto Piso. Madrid, 2016. 112 páginas. 17 euros.

Los textos que aquí se recogen, y que guardan una estrecha unidad temática, podrían definirse como aproximaciones al hecho creativo, tanto en su vertiente material, como en su componente anímico. Dichas aproximaciones, en cualquier caso, lo son en un doble sentido: en el sentido de tentativa, de escueta panorámica sobre un aspecto particular de la creación, y en el modo mismo en que Agamben aborda sus temas, operando elípticamente, por elusión, sin que el nudo último de lo analizado se revele al lector salvo como ausencia visible y como concepto tácito, especular, como realidad innombrable.

Tal forma de proceder, en Agamben, no es arbitraria. Y no lo es porque todo cuanto pretende revelarse en estas páginas (la naturaleza del relato, el origen de la creación, la estructura del libro, la formación de las palabras...), posee para Agamben un carácter fantasmal que sólo cabe iluminar desde una minuciosa observación de las sombras, de los márgenes que lo circuyen. Este mismo proceder, entre la alusión, el símil y la elipsis, es el que ha caracterizado a buena parte del ensayismo posmoderno. Y es también el proceso, la larga estratagema, con la que Benjamin quiso acotar el espectro de la modernidad, sustanciada en la ciudad posromántica. Con lo cual, cabe decir que los fenómenos que aborda Agamben en estos ensayos pertenecen a la categoría de lo indecible. Sin embargo, dicha falta de concreción, dicha realidad en hueco, no deriva de una naturaleza inaprehensible, sino del carácter binario, del proceso dialéctico del cual emergen.

Así, la literatura no es más que la persistente mención de una ausencia: la ausencia del mito originario y la imposible restauración del misterio. De igual forma, la obra literaria, la obra artística en general, no será sino el resultado de dos fuerzas contrarias: la capacidad para ejecutarla y la posibilidad manifiesta -revelada como prevención, como reticencia, como verdad patente y ocluida- de no llevarla a cabo. También la palabra se mostrará como un residuo, como una fugaz anomalía, que se destaca temporalmente sobre la superficie del lenguaje, para inmergirse de nuevo en una masa fluctuante y amorfa. Digamos que el tema último de Agamben es la revelación y las formas en que la realidad se nos aparece, se nos enuncia y nos revela. Se trata, en suma, de un problema romántico: del carácter problemático, de la naturaleza ambigua de lo real, entendido como profundidad iridiscente, y no como la arquitectura opaca, cerrada, inatacable, de las cosas.

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