Crítica de Flamenco

Con el pasado

Mercedes Ruiz dialoga con las estéticas del pasado proponiendo soluciones de hoy a los problemas de siempre, con los recursos de la danza jonda contemporánea. Por supuesto que se mira en las muñecas y el lenguaje corporal de las bailaoras de los Cafés Cantantes como sus paisanas Fernanda Antúnez, La Malena y La Macarrona, la más famosa de todas. Pero añadiendo a las antiguas formas un zapateado de corte contemporáneo y una técnica de bata de cola que no existía en el tránsito de los siglos XIX al XX, que fue el repertorio mayoritario de la noche. Especialmente fue así en el garrotín, la milonga y las cantiñas. El primer número se abre con la milonga de Pepa de Oro para, después de insertar el garrotín, cerrar con otra milonga, en este caso la de Marchena, basándose en la similitud rítmica de ambos estilos. También en las cantiñas propone soluciones novedosas, como ese diálogo entre las castañuelas y la guitarra en la falseta, uno de los pasajes más celebrados de la noche. En la seguiriya-martinete el modelo fue Carmen Amaya, que nunca bailó estos estilos. Y Vicente Escudero, claro. Porque decir Amaya es decir Escudero.

Y todo eso acompañada de algunos de los mejores músicos de la escena jonda contemporánea. Lagos estuvo inmenso, con una personal visión de las milongas y eligiendo los mejores modelos para las cantiñas: Aurelio Sellés en las alegrías y Chano Lobato en la fiesta. Por supuesto que lo hace porque puede. Impresionante también en el pregón de Caracol-Macandé-Vallejo. David Carpio estuvo imponente en los martinetes, en la soleá y en su solo por fandangos. En tanto que Lara fue el soporte rítmico y melódico de todo este edificio, introduciendo novedosas falsetas en los toques de siempre.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios