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Nuevas propuestas La Universidad sigue mostrando el talento futuro

Una plataforma para 'El Teatro que Viene'

  • A pesar de la apuesta del Cicus por las artes escénicas, sólo dos obras salieron de la Escuela Superior de Arte Dramático

La Muestra El Teatro que Viene es un éxito; ya de antemano, hay que reconocer que mantener cuatro semanas una programación de 16 funciones e intentar dar una panorámica del teatro menos visible con especial interés hacia el universitario y para el público universitario, es una iniciativa a elogiar y que le debemos al Cicus de la Universidad de Sevilla y al Teatro Duque - La Imperdible. Luego, que la calidad de las obras sea buena o mala o que la muestra se convierta realmente en una radiografía de ese teatro oculto a nuestras salas comerciales o que los alumnos acudan en masa va a depender del propio talento de los artistas y de la iniciativa que el Cicus tenga a la hora de investigar esas nuevas propuestas y promocionar el encuentro. Con todo, lo que menos esperaba, y no encuentro una explicación, era que el público universitario no acudiese a esta muestra como otros años en los que el ambiente fue fantástico. Han sido cuatro semanas, ocho obras, 16 funciones. Vayamos por partes.

PRIMERA SEMANA

La muestra se abrió con una obra que alentaba el ánimo, el grupo de actrices de la sevillana Compañía Barataria, se marcaron unas interpretaciones frescas, realmente sorprendentes en una comedia amarga titulada Nadie como tú. Es una lástima que el texto de Juan Arjona se vaya diluyendo en explicaciones innecesarias porque el primer cuarto de hora, explosivo, confuso, totalmente loco es de lo mejor que hemos visto en la muestra. No sabemos adónde vamos, es una partida abierta que desgraciadamente el autor mismo cierra igual que nuestras bocas. Ellas: Natalia Arjona, Estrella Corrientes, Eva Gallego, Inma Pinilla y Azucena Ramírez, buenísimas, muy atentas a las rápidas réplicas. El Mundo sin sueños supuso un rápido jarro de agua fría a un principio prometedor; la compañía Carburo Teatro compuesta por alumnos de la Escuela de Arte Dramático de Sevilla, apostó por un texto pretencioso, falsamente alegórico y sin sentido de Sergio Velasco que apenas estaba asimilado por su elenco; ellos y ellas daban la impresión de no haber sido dirigidos ni recordar -si es que les enseñaron- cómo se pisa un escenario. El resultado final fue que en los momentos de pathos de los personajes del cuento el público respondió con alguna carcajada sonora.

SEGUNDA SEMANA

Me gustaron casi todas la ideas de CORAN 45321, la propuesta que Jerónimo Obrador ha montado de la mano de un solo actor: Pablo Fernández. Que el protagonista sea un narcoléptico que vende cuchillos de Albacete, claro, la confusión entre la vigilia y el sueño -una constante muy reveladora de esta muestra- usar al público como personaje, y que sea una obra en marcha sin miedo a las pausas, como las que ocasiona el uso de la cámara fija desacelerando la acción, y que se deje su sitio a la improvisación, pero no me gustaron la mayoría de las historias y lugares comunes que eligieron para explicarnos quién es Coran: relaciones con sus amiguitos de la infancia, primera cita con chica, primer trabajo, un diario demasiado previsible. Todo se desinfla poco a poco cuando lo tenía todo ganado. El ecuador de la muestra lo rayó Animalicos, de la compañía malagueña La Imprudente, un buen texto de Daniel Martos al que Ana Ráez, Paco Pozo y una inconmensurable Olga Salut (¡qué actriz!) le dan una dimensión diferente al resto de espectáculos de la muestra, porque Animalicos -quitando algún problema con el atrezo, hay que buscar una solución a los conejos- es una propuesta muy depurada, con detalles de calidad, humor, un punto de esquizofrenia y surrealismo, y muchos ingredientes para ganarse un público exigente y circular por nuestras salas comerciales.

TERCERA SEMANA

Pícaros sin patria, la compañía sevillana, trajo una historia de muertos vivientes en la que se combinan fantasía, emoción y leyenda. Un cuento de difuntos que ha supuesto un loable estreno en la dirección de María José Rodríguez, autora también del texto. El ritmo de la historia es verdad que decae en algún momento y que le hace falta una poda importante, sobre todo en los monólogos de cada uno de los personajes que son añadidos innecesarios. Pero de Podridos de por vida -un mal título, ya sé-, hay que destacar también el trabajo escenográfico y de luces de José Luis Feliú, el vestuario de Chus Ahumada y las interpretaciones de Chema Álvarez, Miguel Mateos y Teresa Cruz Santos (una gran voz y presencia) que encarnan con gracia a los tres muertos. El único momento musical de la obra -echamos de menos algún otro porque la historia parece reclamarlo- es de lo mejor de este entretenimiento. Desde Granada nos llegó un nuevo montaje de Pijamita de madera, obra con unos años ya del sevillano David Montero. Es curioso que, a pesar de las circunstancias, esta sea la única propuesta que se aferra a la situación social. Y aunque es cierto que la obra es el retrato de un fracasado, simple por optimista y triste a pesar de todos los esfuerzos por no serlo, no quiero dejar de apuntar este componente social como "extraño" dentro de la muestra. Por lo demás el texto de Montero es un ejercicio que no logra enchufar el mundo que propone con la forma de transmitirlo y se mueve en una anarquía que termina por sacar al público de la obra.

CUARTA Y ÚLTIMA SEMANA

Sexo, seguro es como un episodio de una comedia televisiva. Tiene todos esos temas superficiales que dan bien: pizca de humor, pizca de lucha de géneros, en fin, una trama insustancial que sus cuatro actores: José Fernández, Manuel Molina, Carolina Delgado y sobre todo una Silvia Acosta que es auténtica carne de escenario, defienden con ligereza y desparpajo. El texto original, también creado por la compañía de actores de la Escuela sevillana, es pobre pero encuentra los caminos, no sé si intuitivamente, para encajar este juguete cómico con gracia. Bien por ellos. Por último, tenía puestas muchas esperanzas en el último espectáculo de la muestra Pequeño estudio para un retrato (performances hilvanadas), porque en su carta de presentación se mezclaban nombres y conceptos que me parecían de lo más sugerente, a saber: Grotowski, innovación, metafísica, riesgo, danza butoh, no convencional. Supongo que ya habrá alguien con una ceja levantada pero fui a esta performance realmente entusiasmado y con ganas de entrar en el terreno de lo sagrado. Pero no ocurrió y ¡la hora y media! de espectáculo se convirtió en algo realmente insufrible con presencia descarada de clichés, momentos de ensayo y pérdida absoluta de la dirección del mensaje. Una verdadera lástima.

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